Y mi travesía fue algo que se le denomina «espléndida»…

Y cumplí mis XV primaveras. Primera vez explorando abiertamente el cielo.

Fresco está en mi mente el recuerdo de mi madre, cuando le dije adiós. Oí nuestros corazones quebrarse. Cuando la abracé nuestras almas se unían y al momento de marcharme ellas se quedaron ahí en ese lugar abrazadas.

Caminaba, pero cada paso fue desabrido y simple.

Cada vez que me alejaba más volteaba a ver a mi madre, no quería ver mi camino, la quería ver a ella.

Pasaron muchas cosas agradables y simpáticas.

Tomé el avión.

Ya estaba del otro lado, vi como mi vida pasaba por mis ojos. Hubo momentos en donde lloré, mis ojos anhelaban los cálidos brazos de mi madre.

Conocí gente, construí nuevas amistades. Profundice mi aprendizaje en varios ámbitos.

Algo que jamás olvidaré será la amistad es una virtud tan hermosa y tenemos la suerte de que esta sea gratis.

Un viaje es algo tan humanitario y sensible, el cual es algo irresistible.

Tengo tan presente todos los momentos vividos, de los cuales me terminé enamorando.