Lucas abrió sus ojos. Su mirada se clavó en una diminuta araña que deambulaba por el techo. En varias ocasiones intentó predecir la dirección que iba a tomar en su paseo. Pero falló en todas ellas.

Volvió a cerrar los ojos, intentando olvidar el fracaso predictivo con la araña. Respiró profundamente y volvió a abrirlos.

Esta vez su mirada se hizo dueña de una sombra que se reflejaba en el suelo impoluto del salón. Quiso navegar por la sombra en busca de la persona que la proyectaba. Pero a cada intento de alcanzar el cuerpo, mayor era el reflejo de la sombra.

-¡ Esto es una puta mierda! –gritó Lucas con profunda rabia, mientras sus puños golpeaban la mesa.

Silencio. Todo parecía quedar estático a su alrededor. Incluso su respiración. En ese espacio infinitamente breve, el sonido de un susurro llegó a sus oídos. Su piel se le erizó. Sintió que su boca se quedaba seca y árida. Reconocía aquella sensación, y le excitaba intensamente. Tanto, que le hizo nombrar a la persona que se lo provocaba .

-Rebeca, me tenías olvidado. ¿Dónde has estado?. – preguntó Lucas en un tono frío y reprochador.

Silencio. El sonido de un beep sostenido le hizo relajarse y soltar la tensión de sus músculos, esbozando una sonrisa de placer. Otro susurro conocido se hacía eco en su oídos

-Bienvenido, Lucas, a la nueva actualización de su programa “Xanadú”. Lamentamos los errores sufridos y las situaciones infelices a las que su cerebro y sus células se han visto expuestas. Su actualización actual está enfocada a recobrar sus niveles químicos de Felicidad recogidas en su póliza “Caelum Gold”, a la mayor brevedad posible y a mantenerlos estables hasta la renovación de la misma, fijada para el próximo 31 de Diciembre de 2049. Gracias por confiar en “Xanadú: la Felicidad es el placer sublime de ser programadamente feliz”.

Lucas volvió a cerrar los ojos. Se colocó en postura fetal y se aferró a su almohada. Las luces de la estancia se apagaron.

La puerta de la sala de programación se deslizó. Apresurados pasos, portadores de una acalorada discusión, se deslizaban por el pasillo, en dirección a la entrada principal.

-¡Joder, Pedro! ¿Cuántas veces te he dicho que cuando te traigas Magda contigo en las noches de guardia, no la dejes toquetear los programas?. ¡Mira que cargar el programa “Inferno” en todos los clientes “Caelum Gold”!. Si esto llega a oídos del inútil de Judas, me despide por 30 monedas de medio euro.

-¿Estás celoso, Jesusito? -preguntó en un tono irónico, mientras se colocaba bien los gemelos de su camisa-.Tranquilo, no va a pasar nada. El informe que he presentado a Poncio es firme, y en ningún momento voy a negar la versión. Así que tu culo está a salvo.

Jesúsito le miró con cierto grado de desconfianza. Pero sabría que no le fallaría.

– ¡Venga, chaval!. Relájate, que nadie te va a crucificar. Y vamos a darnos prisa, que llegamos tarde para la ultima cena del equipo. 

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