La Viejita está sentada en la sala de su casa, tejiendo, escucha repicar el celular de su nieta, que está en la mesita a su lado, una vez, no repica más, al rato, una vez, no repica más, así pasó como 4 veces, pero, ni se atrevía a contestarlo, no sabía, ¿cómo?, ni ¿dónde?, aparte de ese movimiento descontrolado, retumbando en la mesa.
Al rato, llega la nieta y le dice: – Niña, ese artefacto, ha sonado un montón de veces, y se mueve muy feo, como si estuviera temblando, la nieta lo agarra y lo ve, sonríe, mientras seguía repicando de la misma forma, una vez, y no repicaba más, y la abuelita desesperada le dice: Ay niña,pero contestaaaá y le responde la nieta: -Ay ya va Abuela, ayer Ricardo, mi novio, me salió con una grosería y ahorita me “BIPEO”, llamando mi atención, está apuradito, para que lo perdone….
La Abuelita la mira asombrada y le dice – Ay pero que muchacho tan grosero, en mis tiempos eso no pasaba, los novios respetaban… Y la nieta le dice, –tranquila abuela, ahora que sufra, que aguante, yo me lo “TRIPEO” a él, con su sufrimiento, pensando en perderme, y la viejita muerta de la risa le dijo – Ay si niña, allí si te apoyo, yo a tu abuelito se lo hice varias veces, pero como el era un caballero hasta pedía perdón, incluso hasta pedía permiso para ir al baño….
No entendía en esa época a mi abuelita, tan desactualizada con la tecnología ni las palabras utilizadas referidas al uso del para ella “extraño” artefacto, llamado CELULAR, y automáticamente asociarlo a sus propias experiencias y darles una connotación que no era, terminaba riéndome de las cosas de mi viejita.
Años después, carcajadas y exclamaciones de alegría, escucho el lunes en la mañana, contando anécdotas de lo vivido el fin de semana entre los compañeros de trabajo, yo, inocente, pregunto -¿y que paso, que están todos felices, contando chistes?, pregunta que no bien estaba terminada cuando solo vi a un grupo de personas en trajes de baño, comiendo, jugando pelota y disfrutando, eran mis compañeros de trabajo, en imágenes que rápidamente, pasaban de una en una, frente a mi, en un teléfono celular, operado por un ágil dedo, propiedad de una amiga o mejor, a estas alturas, solo debía llamarla compañera de la oficina, y la contestación verbal, si una voz natural que me decía, – fuimos a la playa el sábado, ¿no te enteraste?, nos pusimos de acuerdo por el grupo de WhatsApp que tenemos, -ah!!, solo conteste, – no no tengo WhatsApp, a fue por eso, pero si me hubieran avisado personalmente, por texto o me hubieran llamado, quizás hubiera participado, bueno, será en otra ocasión, ya para las 12 del mediodía, había visto más de 100 fotos en los diferentes celulares de los otros compañeros de oficina, y en la sección de noticias de Facebook, en fin, no existo en WhatsApp no existo para un paseo de compañeros de oficina, un sentimiento que me hizo recordar a mi abuelita y su “analfabetismo tecnológico” se apoderó de mi, esos artefactos inteligentes, ¿si será que hacen falta, para tener un lugar en la vida, en un paseo?.
En la tarde, llego a la sala de espera del consultorio médico, 6 personas esperando y todas con sus teléfonos inteligentes en las manos, me siento y miro a mi alrededor, nadie con quien hablar, yo insisto en convencerme, si, estas viva, estas aquí, aunque no tengas teléfono inteligente con quien hablar, ni compartir, ni jugar, debes hacer algo, voy al revistero, tomo una revista, leo: Hígado con Necrosis, y una imagen horrible de un hígado necrosado es la que adorna el artículo, me asustó la foto, tan real, tomada por el médico autor del artículo, con su propio teléfono, no es lo mío, agarro otra, y leo tratamiento de acupuntura para el dolor de espalda, me duele la espalda, quizás por tanto tiempo que paso sentada frente a mi computadora, solo allí, me conecto con el mundo exterior, por eso estoy allí, y no quiero saber nada de agujitas, tampoco es lo mío, y me siento, a mirar a todas partes… Que aburrido!!
Agarro el control del T.V y me dedico a cambiar canales, y consigo una telenovela en el canal Chino, me pongo a verla, le subo el volumen y digo cosas en voz alta como si entendiera chino, con mis comentarios sobre la interesante novela, llamo la atención de la Sra. que está a mi lado, cuando suelta el celular, y sonriendo me mira y me dice – ¿hablas Chino?, y yo sonriendo le digo -claro, y pensé, ya tengo con quien hablar, porque me va a preguntar ¿Dónde?, ¿Cómo y cuando aprendí?, y así se nos va a ir el tiempo esperando y conversando, y ella me dice -Ay que bien, yo también, y agarrando su teléfono, con su dedo preparado, me dice: -mira, vamos a buscar en Google, el resumen de la novela que estabas viendo, se ve interesante, ¿Cómo se llama?, fue allí donde se me acabaron las ganas de conversar, y luego de sentir un gran fuego en mi cara, creo, estoy segura que me ruborice, me callé, me levanté y terminé leyendo algo sobre un hígado necrosado…. pero sin “selfi”….
Ya había recibido tantos golpes bajos en el día, con los artefactos inteligentes que pensé: Creo que debo comprar un teléfono inteligente, sin embargo también pensaba, debo ser fiel a mi decisión, cuando todos a mi alrededor, sucumbían, cual piezas de domino al dominio de esos “artefactos” y la moda que constituyen, y cuando me preguntan ¿Cómo es posible que no tengas un teléfono inteligente?, siendo abogado y trabajando en Turismo, bota ese «potecito» viejo que no tiene ni camara, contesto: – Me niego a tener un teléfono «inteligente», porque para inteligente YO… guardo imágenes, y videos que traigo cuando lo deseo, aunque en ocasiones no puedo controlar sus efectos, risas, lagrimas, taquicardias… guardo nombres y números de teléfonos, por lo menos tengo capacidad en mi memoria para diez números y varios correos electrónicos, asocio personas con situaciones, pero tengo una falla, quizás motivada a mis baterías un poco usadas, en ocasiones no reconozco ni asocio caras con nombres o nombres con caras, y recurro inteligentemente a una sonrisa, esa que nunca falla, obteniendo otra de regreso, cuando de relaciones interpersonales se trata, y me hago la simpática, a ver, a ver, ¿de donde nos conocemos?, también puedo, una vez superado “el desperfecto” ,»recetearme a solas” y puedo recordar nombres y situaciones en las cuales conocí a esa persona, con detalles y demás, aunque a veces ni el «receteo» sirve ” o hace efecto a los días cuando ya la persona no está ni cerquita, en situaciones de apuro se improvisar muy bien… Y por último, lo más importante, tengo mi propia voz, mi propia mirada, mi propio cuerpo, mi propia mente, mi propia computadora de escritorio con internet, que utilizo cuando es necesario, papel, lápiz, agenda y cámara fotográfica, porsiacaso…
ILEANA SALAZAR BELLOSO
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