El hombre que buscaba la felicidad y encontró la habitación inundada.

El hombre que buscaba la felicidad y encontró la habitación inundada.

Harold se recostó en una de las cómodas tumbonas verdes esparcidas por la playa como pequeñas briznas de hierba. Estaba feliz. La vida le iba bien, se acababa de casar, tenía un trabajo seguro, esperaba un hijo, y en esos momentos promocionaba sus productos en una feria automovilística, alojándose en un lujoso hotel de 5 estrellas. Todo iba de perlas.

Harold se estiró, y automáticamente se llevó la mano a la nuca, un tic que tenía desde niño. Tocó con cuidado la pequeña cicatriz causada por la inyección que le pusieron cuando no era nada más que un recién nacido. Era una cura parcial contra el cáncer, reducía en un 50% las posibilidades de padecerlo, además de servir también, aunque en menor medida, contra la diabetes y la obesidad.

Se la administraban a todos los recién nacidos, indiferentemente de su color, sexo o estatus social. A los que no habían sido sometidos a esta operación tras el parto, les trataban en quirófano, dado que los huesos del cráneo de un adulto ya están sólidamente formados.

A Harold le molestaba la cicatriz, y se preguntaba si de verdad era necesario. El número de defunciones a causa del cáncer no había disminuido en los últimos 25 años, pero igualmente seguían suministrando esta milagrosa vacuna. ¡Buff! le parecía un timo. Probablemente las farmacéuticas se embolsaban unas grandes sumas de dinero por parte de los gobiernos mientras que la calidad de la educación bajaba poco a poco. ¡Que estúpido!

Harold levantó la mano y pidió un Martini. Estaba en un hotel de 5 estrellas y pensaba aprovecharlo.

En cuanto se lo trajeron, tras el primer sorbo, se olvidó de la estúpida cicatriz.

*  *  *

Señor, hemos detectado un aumento de los niveles de serotonina en el sujeto B011001012.

 -¿Parcial?

-No señor, sus niveles se han mantenido en “Estable-Alto” desde el 22 de febrero. Ya entra en la categoría de “Sujeto Feliz”, señor.

 -¿Qué ocurrió el 22?

-Le ascendieron. Trabaja en Fergus&Jenkins, una fábrica de automóviles. Es el responsable de ventas y exportaciones, cobra un sueldo de categoría A superior, casado, con un hijo, vive en Sans Street Boulevard, California, nº 24. Chalet clasificado en Medio-Lujo, con una hipoteca clase 600, poder adquisitivo alto, familia cercana, y se relaciona neutralmente con los vecinos.

-¿Qué esta haciendo actualmente?

-Está destinado como directivo de ventas en la Feria Automovilística de París, es el máximo encargado, se aloja en…

-Bien, es suficiente. Ocuparos de que no realice ninguna venta, y que esta noche su habitación se inunde. Que se rompa una cañería. Además, que eliminen su puesto de trabajo en la empresa.

-¿Qué le despidan?

-No, simplemente que le reubiquen, ¡maldita sea Mark!, como no vayas con cuidado tendremos otro suicidio.

-Lo siento señor, ya le dije que no se volvería a repetir, y…

-Calla. Bien, que su sueldo baje a categoría C, y que el supermercado donde abastezcan su nevera suba las precios un 4%. Queremos que baje a la categoría de “Sujeto Pasivo”, ¿entendido? Mas te vale controlarlo bien esta vez, procura que su sueldo le de para pagar la hipoteca, la comida, y demás gastos, pero no para compras extras.

-Si señor, haré lo que dice, señor.

-Bien Mark, sigue así y conseguirás un ascenso.

-Gracias señor.

*  *  *

Harold estaba furioso. Era el primer día en la Feria y no había realizado ni una mísera venta. Maldita sea, con lo bien que le iban las cosas.

Entró en su habitación y notó el suelo encharcado. ¡Estaba inundada! ¿Para eso se pagaba un hotel de 5 estrellas? Parecía un simple motel de carretera.

Se dirigió al teléfono ubicado en la mesilla, dispuesto a bombardear a la recepción con gritos e insultos. Estaba que explotaba.

Atravesó la habitación encharcada, mientras recogía la maleta del suelo, las bolsas de viaje, todo, todo empapado. Se iban a enterar los del hotel.

Justo cuando estaba a punto de coger el teléfono, notó como perdía estabilidad.

Resbaló y se le fueron ambos pies hacia delante. Manoteó frenéticamente en busca de un asidero, en vano, pues cayó y se dió con la cabeza en la pequeña mesilla que ocupaba el centro de la estancia. Justo en la cicatriz.

Inmediatamente todo se volvió negro y la cabeza le estalló en un millón de luces.

*  *  *

-¡Señor, señor! ¡Hemos perdido comunicación con el sujeto B011001012!

-¡Joder Mark! ¡¿Qué te había dicho sobre los suicidios?! ¡Eres un maldito inú…!

-¡Señor, esta vez no he sido yo, se lo juro, se lo juro…!

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