Mírate. Ahí, sentado. Sabes que no estás haciendo nada, pero te da igual, porque una parte de ti es tan estúpida que todavía cree que está haciendo algo importante con su vida.
¿Es cómodo el sofá? Seguro que sí. Y no me extraña lo más mínimo, porque ya debe de haberse amoldado a la forma de tu «cada vez más gordo» culo. Y aun así, te da igual. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque en el fondo crees que hablando por whatsapp mantienes latente tu importante e imprescindible vida social. Párate un segundo a leer lo que has escrito.
Juan Carlos todavía está esperando a que le respondas para saber si quieres salir a tomar unas cervezas con él esta noche. Pero ¿por qué no le respondes? Porque los del grupo de «somos los más populares del universo» están pensando en si salir o no de fiesta a una de las mejores discotecas de toda la ciudad (o al menos, así es como la describe el que es relaciones de ese antro).
Ana todavía está esperando a que la respondas. Lo sabes, ¿verdad? Sí, claro que lo sabes. Si no, no estarías pensando constantemente en si se ha dado cuenta de que te has conectado y de que has pasado completamente de ella. Así que haciéndote de rogar ¿eh? Qué maduro. Supongo que es fácil cuando lo haces a kilómetros de distancia y con tu móvil como intermediario. Te limitas a imaginarte su cara de preocupación mientras mira ese doble tic azul, desolada porque no la respondes. Te regocijas en tu propio orgullo. Qué emocionante. Pero no nos limitemos a observar los dos últimos chats.
Hoy has hablado mucho con un montón de gente: has felicitado dos cumpleaños, has reenviado el vídeo viral del día a cuatro de tus amigos y has hablado de lo estúpido que es tu jefe con tres compañeros distintos de tu trabajo, al mismo tiempo que te has burlado de lo estúpidos que son ellos con otros cinco. Como decía, has hablado mucho hoy. Enhorabuena. Te daría unas palmaditas en la espalda, pero ambos sabemos que no puedo. Bueno, no es que no pueda, es que no debo. Porque nada de lo que has hablado hoy, o ayer, o en la última semana; te ha ayudado lo más mínimo. Solamente te ha servido para mantener tu mediocre vida un día más.
¡Mira! Silvia se ha conectado. ¿Habrá escuchado el audio que le has mandado explicándoselo todo? En línea. De momento, eso es lo único que puedes ver. Bueno, no nos alarmemos. Seguro que está contestando a la pila de mensajes que ha recibido en los dos minutos que no ha estado conectada. ¿Quieres que esperemos? Esta bien, perdamos un poco más de tiempo en imaginar cómo Silvia escucha tu audio. ¿Te das cuenta de que dura casi un minuto? Eso por escrito es lo mismo que una parrafada. A lo mejor se aburre y escucha solo la mitad. ¿No te estarás echando para atrás? Podrías eliminarlo antes de que lo escuchara. No, ambos sabemos que no. Por mucho que mantuvieses presionado el bocadillo y le dieses al cubo de la basura, ella lo escucharía igualmente. Qué tensión, ¿verdad? Es como si toda tu vida pendiese de un hilo. Con lo pesimista que eres, seguro que crees que si esto sale mal, todo se irá al garete. Pero ten cuidado con cómo te tomas su respuesta y el contexto que le das: la ironía, el enfado, la decepción o el aburrimiento no son sensaciones que puedas comprender por whatsapp. Y lo sabes porque no es la primera que la cagas en una situación así. Un paso en falso y podrías convertirte en la persona más desdichada del mundo.
Seguro que sí. ¿Denotas la ironía en ese comentario? Bien, porque no puedo creer que de verdad seas tan egoísta como para pensar eso.
¿Qué hay del ébola y de toda la gente que lo está sufriendo aún? Qué más da, ¿no? Últimamente no se ha oído nada en las noticias ni en las redes sociales, así que ya no es un tema del que preocuparse. ¿Para qué?
Te daría una colleja para ver si así se te quitaba esa ingenuidad que te han dado las redes sociales.
Bueno, pues si crees que ese tema ya es agua pasada, tratemos otro más importante. ¿Qué pasa con el asunto de Charlie Hebdo y todo lo que ha ocasionado? Eso es mucho peor que lo que estás viviendo tú ahora, ¿verdad? Bien, me alegra que estemos de acuerdo en algo. Aunque ¿de qué sirve? Ya twitteaste la semana pasada con el hashtag #JeSuisCharlie. Ya te puedes dar por satisfecho: has hecho tu aportación al mundo, al igual que otras 80 millones de personas. ¿Crees que ese hashtag va a ayudar de alguna forma a la gente que lo ha vivido en primera persona?
Mira, ¿sabes qué? Te voy a decir quién es más desdichado que tú ahora mismo: Belen Esteban. Ella sí que lo debe de estar pasando mal. Y pensar que la audiencia quiere echarla de una vez por todas de Gran Hermano VIP… Qué horror.
El Madrid también lo debe de estar pasando mucho peor que tú. Pobre Bale: el otro día sufrió los abucheos de su propia afición. Debe de estar desolado, limpiándose las lágrimas con billetes de 50.
Y sobre todo, pobre juventud. Ellos sí que están sufriendo este problema de las redes sociales. Ellos sí que se han convertido en marionetas al servicio de las nuevas tecnologías y de la sociedad. A saber qué futuro les depara.
¿Y qué futuro te depara a ti? Vamos, es una pregunta sencilla. Seguro que puedes responderla en menos de 140 caracteres, que es lo que se te da bien. ¿Qué futuro te espera a ti?
Mírate. Sigues ahí sentado en el sofá. Sin hacer nada. No se si te has dado cuenta, pero ya han pasado 20 minutos. Has echado un vistazo a Twitter, a Facebook, a Instagram, a Tumblr… ¿Y de qué te ha servido? No me respondas. Limitémonos a lo que verdaderamente te importa ahora. ¿Sabes que Silvia se ha desconectado hace ya 10 minutos? Míralo. Últ. vez hoy a las 12:19. Y no te ha contestado, pero ¿ves eso que hay al lado de tu audio? Son dos tics azules. Supongo que así se deben de sentir Ana o Juan Carlos: «los más desdichados del mundo».
Pero no te preocupes. El amor o la amistad no son lo único que whatsapp ha destrozado. La vida sigue. Todavía te quedan muchas semanas más por delante, sentado en ese sofá, sin apartar la mirada de tu móvil y rodeado virtualmente por tus amigos, sintiendo su virtual compañía y sus virtuales sentimientos. Suena divertido, pero deja que te haga una previsión: después de todas esas semanas, solo va a haber una conversación que verdaderamente haya merecido la pena para ti y para tu vida. Esa conversación va a ser esta. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que la has mantenido contigo mismo.
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