Querida abuela: Te extraño desde que iniciaste tu viaje. Supongo que ya estarás en Alfarnate luego de tantos años de añoranza. En 2020 intentaré ir a conocer la casa que te vio nacer y seguro por allí andarás cantando alguna zarzuela. Seguramente algunos todavía recordarán a tu madre, Doña Juana, la valiente mujer que luego de enviudar, partió con sus seis hijos y el que llevaba de polisón en el vientre, hacia el nuevo mundo, para salvar a tu hermano mayor de ser reclutado en la Guerra de Marruecos.
He escrito una novela con todo lo que me contaste en aquellas charlas regadas con el mate que bien supiste adoptar desde que llegaste a Argentina. Y lo más importante: he aprendido a transformar el dolor en amor, así como transformabas el otoño en primavera, para soportar el desarraigo.
Siempre en la memoria de tu nieta Nora.
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