Querida Vicky,

Ya sé que es muy extraño. Lo sé. Recibir una postal casera de un lugar donde estuvimos juntas hace años. ¿Por qué ahora? te preguntarás. Pues porque después de ese viaje no volvimos a hablarnos. Ser testigo de las desgracias ajenas no es ser culpable, lo sabes, ¿verdad? Tú eras mi amiga.

En fin, qué alegría haber coincidido en el mismo hotel y en las mismas fechas, qué sorpresas te da la vida. Enseguida, nos pusimos a hacer planes los cuatro, como si fuera un viaje que habíamos organizado juntos.

Pero claro, no era un viaje pensado para cuatro. Apenas conocíamos a tu pareja, que resultó ser un poco distinta al resto. ¿Cómo podías estar con ella? No teníais nada en común. Ni los gustos ni los planes ni la madurez ¡pero si era como un adolescente mal criado! Y para colmo, el móvil. Que lo descubrieras aquella noche con nosotros delante, no fue plato de buen gusto para nadie.

Esta tarde, colocando unos libros, se cayó una postal que me habías escrito tú de cuando todavía nos lo contábamos todo.

Un beso,

Marisol.

Destinataria:

Vicky Román Riera

C/Desencuentros, 10

28082 Madrid

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