Era el asesino de tu recuerdo que venia a atormentarme todas las noches, pasando la misma película mental de sicosis por mis ojos, llegaba tu sombra en los días de invierno y hacíamos el amor en el gran ventanal del piso 26, donde Tokio lograba verse a veces borroso por el intento suicida de intentar matarnos de placer. Eras mi eterno amante, te llevaba siempre bien escondido en los bolsillos del pantalón, eras mío pero creo que nunca fui tuya. Supongo que te faltaron alas para volar lejos de mí
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