Era un día oscuro. De esos que el cielo está de un azul increíble y tú te sientes como si un nubarrón negro se situase sobre tu cabeza. Fui arrastrándome a través de la rutina con aquella sensación persiguiéndome. Pero entonces algo sucedió. Levanté la vista, hacía mucho tiempo que sólo miraba el suelo que pisaba, y entonces, todo se volvió tan nítido a mi alrededor que supe lo que tenía que hacer.

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