He imaginado ir a allá desde hace varios años, pero no he podido, desearlo no ha sido suficiente. Cada 31 de diciembre empaco el morral, me lo pongo, me miro al espejo y digo: este año sí. Llevo siete años diciendo eso.

Siete años no son muchos. Sin embargo, si alguien me dijera que voy a ir allá en siete años, diría que no, la ansiedad de saber que voy a ir, me mataría. No porque sea una persona impaciente, sino porque la verdad, ni siquiera sé dónde es «allá».

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