Entre espectaculares paisajes de blancas montañas y bucólicos campos de un pueblo mágico, un embriagante aroma de hierba y pino desborda mis sentidos.
Levanto mi enrojecido rostro para sentir la nieve caer sobre mi morena y madura piel. Inmóvil, ante esta atmósfera pacífica, disfruto la suave brisa susurrante acariciar mi cabello.
Abrumada ante la experiencia, escucho distante que me llaman para iniciar la marcha. Ajusto mis esquís, observo al horizonte, respiro profundo y remonto mi camino.
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