Mi único anhelo era el último viaje, ese del que dicen no se vuelve. Durante noches y noches, provoqué el desenlace sin éxito, amaneciendo de nuevo en mi lecho, agradeciendo aveces, maldiciendo otras, por no poder apearme del tren de la vida y llegar a la muerte, certera, ilógica , misteriosa, atractiva y maléfica.

El tren que te lleva al viaje sin retorno, el viaje final, el viaje más destructivo, el que pone un cebo luminoso tras el precipicio, el que trunca cualquier destino.

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