Como un regalo premonitorio te alzas imponente ante mis ojos. No puedo más que venerar tu belleza. Estás aquí mi amada Egipto, custodiada bajo siglos de arena y sueños tallados por quienes te gestaron. Aquellos que sembraron sobre ti, montañas de roca, guardando los más memorables secretos escritos en oro, piedra y sangre. Quiero bañar mi cuerpo con tu aroma de pasado y heredar ese misterio que te vistió de eternidad. No me dejes despertar Musa del Nilo, a menos que sea para tenerte.

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