Observo la bola saltar a través de la ruleta. De fondo, un Elvis con sobrepeso entona los primeros acordes de “If I can dream”. A mi alrededor se corta la tensión mientras el crupier da el – no va más – y los espectadores comentan mi apuesta. Todas mis ganancias al 8 negro. La bola cae en el 5 rojo. Gana la casa. Murmullos, palmadas en la espalda y me quedo solo mientras la ciudad de Las Vegas se desvanece como un castillo de ensueños.
Ciudad del pecado jamás llegaré a ti, lo he perdido todo.
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