Era octubre, y llovía mucho ; en este mes se envenenaron doce hermanos. Esto me deprimió mucho.

Fuimos de curiosas al río; nos asombró ver la corriente de agua que parecía tela suave que se deslizaba . Podía meter y sacar mis manos de la pared de agua. Al hacer esto sentía tranquilidad.

Del agua salía una voz que me susurraba ; lánzate! lánzate! Yo embelesada , deseaba obedecer; pero mi hermana me gritó fuerte vámonos!, vámonos! y así salí del trance del agua qué me llamaba.

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