Me bajé del tren.

Era noviembre, Londres estaba llena de reflejos. Llovía tanto que el suelo era un espejo rutilante.

-Andén 9 y 3/4,- balbuceé.

Había llegado a la estación de King’s Cross con una maleta vetusta llena de acabados sinuosos y viejos olores.

Hace dos días que tengo once años y aquí estoy, en el muro que me llevaría a Hogwarts.

Eché a correr con tanto anhelo, que aparecí en el hospital más cercano con un dementor despojándome de mi felicidad.

-“Expecto Patronum”-

Y me desmayé.

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