Bastó un cruce de caminos, un brillo especial en su mirada, un me gustas en un parpadeo, labios como olas invitando a navegar cuando los escuché susurrar: – deja volar tu imaginación, quiero ser tuya.

Sentir su aroma me hizo arder en éxtasis, ganas de aceptar ese viaje al infinito, querer tomar las maletas y salir corriendo sin rumbo fijo.

Sólo por su mirada decidí viajar junto a ella; pero, sentí un gran vacío cuando él se le acercó y se la llevó al destino que habían planeado juntos.

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