Los pies colgando y, debajo de ellos, la grava del piso comienza a correr. Zapatos rotos.Una sonrisa en la cara. El sol de la mañana.

Me despido de mi mismo. Viéndome partir como un vagabundo. Escuchando el roce narcótico de esas ruedas sobre los rieles : «Fu -fu -fu»

Y me alejo sentado en la puerta abierta. Soy un polizón. Una pajilla en la boca, la ropa sucia de tantos días. No hay maletas, no hay monedas, solo ansias.

No hay programas. Solo distancia.

Levantamos las manos. Nos decimos adiós.

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