Las gotas repiquetean hasta encontrarse con un río procedente del glaciar, que arrastra un trozo de hielo azul. Su interior guarda tesoros arcaicos: vetas negras por la ceniza del volcán, agua de miles, quizá ¡millones! de años. Y el pequeño iceberg se precipita a ritmo vertiginoso por la cascada, tras la que se abre una grieta. ¿Se mostrarán ante mi los tímidos duendes? Estornudo y oigo una risita, pero estoy sola en la fría caverna. En el fondo brilla una pequeñísima flor de pétalos rosados.
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