Venecia

Entre canales la góndola surcaba la laguna como si un cuchillo afilado cortara mis venas en un acto suicida de amor. Contemplando la ciudad más bella del mundo, entre Oriente y Occidente, en la encrucijada, asisto a un sueño encantado: mis ojos se extasian ante la opulencia de la Serenísima, que me invade como una sensual mujer y se insinúa ricamente vestida y perfumada. Solo queda vender mi alma al diablo como R. Johnson para no ver la fea realidad.

Me and the Devil Blues


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