Dicen que el botón de la vida se inicia cuando logras palpar el aroma a libertad.

Tendida en mi lecho ojeaba la periferia y entretanto me encogía sin comprender la supervivencia.

Un recorrido cobarde, una aventura opaca, el chaparrón de tristeza y el desconsuelo de nadie, permanecían junto a mí. Rasgué cualquier auxilio y sentencié mi viaje, aquel que guardaba mi bebé.

La muerte puede ser tan temida como silenciosa, aunque mis ojos sólo percibían en ella, libertad.

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