Se hizo verde, azul metálico y plateado monedita.
Papelotes de colores empaparon el cielo, se rellenó el aire y Don Presuncio, con su cara burlona de mercader de pueblo, negrazo y sudado como ayer, anunció el resultado: al muerto le pondrían el pantalón fucsia.
Ahí vienen los vientos de la melancolía.
Lía.
Venía.
Ése muerto ya, inocente, va camino a su viaje, Garaje.
Junto al pregón, parecía incubado disparatado, Presuncio ¡Fluorescente!
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