Dicen que el botón de la vida se inicia cuando logras palpar el aroma a libertad.
Tendida en mi lecho ojeaba la periferia y entretanto me encogía sin comprender la supervivencia.
Un recorrido cobarde, una aventura opaca, el chaparrón de tristeza y el desconsuelo de nadie, permanecían junto a mí. Rasgué cualquier auxilio y sentencié mi viaje, aquel que guardaba mi bebé.
La muerte puede ser tan temida como silenciosa, aunque mis ojos sólo percibían en ella, libertad.

El viaje que aún no he hecho (2ª edición)
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