Cuando un pasado se hace presente.

Cuando un pasado se hace presente.

Alicia García

25/01/2017

Amanda vivía buscando de un lado a otro, contemplando cada rostro para ver si veía a aquella persona que la sostuvo, persona que se convirtió en la dueña de sus ideas, la dueña de sus amparos y desamparos, la dueña de sus hastíos secretos…Amanda soñaba con ver a Camila.

Por fin la encontraba, siempre en lugares muy transitados por personas que iban y venían, intercambiaban miradas y recuerdos espontáneos, pero una vez cara a cara, Amanda, nada podía decirle, y como si de una extraña pasajera se tratara, esquivaba su mirada y cambiaba su rumbo, dirección: otro lugar.

Habían pasado más de cuatro años desde que sus encuentros, siempre programados, habían terminado, pero el recuerdo emergía día sí y día también en su memoria y cuanto más trataba de evitarlos más contaminaban su mente hasta el punto de interrumpir sus ordinarios quehaceres cotidianos y sentirse presa de un pasado ya pasado.

Parecía que una obsesión cegadora se había anclado en su persona con la que tenía que convivir a base de dudas, controversias de ideas y enfados consigo misma. Parecía que su pasado se había convertido en un presente permanente, a causa del recuerdo de aquello que, tal vez, debiera haberse olvidado o, como poco, no haberse anclado.

Amanda, con la sensación de tener cosas pendientes con Camila, fantaseaba con encontrar las respuestas a esas dudas permanentes y una vez encontradas emergían sus sueños y ganas de olvidar, o al menos, recordar sin ya sentir nada.

Pasó el tiempo y su rutina cambiaba mas no se modificaba el infortunio de su mente obsesionada, y cuando parecía sanada, un inesperado reencuentro volvía a abrir la brecha del recuerdo.

Una noche en vela pasó Amanda, intentando poder dormir para soñar con Camila, sueño que deseaba para darle fin a ese cuento sin sentido que le hacía mortificar minuto a minuto, y cuanto más deseaba dormir menos podía hacerlo. Cayó, por fin, rendida a sus pensamientos y durmió de forma tan profunda que parecía levitar y es que así lo estaba haciendo. Su alma estaba siendo desprendida de su cuerpo y contempló su propia figura desde una altura de un metro aproximadamente; en ese estado, comenzó a volar y de pronto una inercia la arrojó hasta la calle, traspasando puertas y paredes, como si de un fantasma se tratara, y acabó en la Plaza Mayor de la ciudad, donde su encuentro con Camila se produjo.

Camila parecía traslúcida y del mismo modo, Amanda era contemplada por Camila. Así sin mediar una palabra se abrazaron conexionando sus almas. Un tiempo atemporal transcurrió mientras conversaban sobre aquel pasado que se presentaba en la joven Amanda y pusieron fin a un pasado e inicio a un comienzo en el que las cosas cambiarían.

Tras ese sueño, Amanda volvió en sí, y sus pensamientos se encaminaron rumbo norte hacia su propia realización personal.

El recuerdo intruso de Camila se evaporó con un abrazo que ambas percibieron.

Nota: Imágenes tomadas de Internet: autor: EGON SCHIELE

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