Transducción literaria

Transducción literaria

Gabriel Palou

11/02/2019

Transducción literaria

La filosofía es como la mujer, el arte o la vida, un engaño verdadero con cierta simetría, para medir la conciencia como presencia divina.
Llegar a la conciencia es activar la máquina del tiempo, y aunque éste sea un proceso interno, sólo puede fundamentarse en el contexto exterior, como hecho o evento sujeto a la imaginación.
El tiempo es otro concepto imaginado, aunque existe un tiempo falso llamado calendario, en él se miden todas las revoluciones celestes y también las del electrón, marcando la sucesión del movimiento en un círculo de razón.
Al tiempo lo he medido de muchas formas, pero psicológicamente el yo puso las normas, los afectos, sabiendo perfectamente que la experiencia era quien fundaba cualquier momento.
El tiempo es un mito, él es la explicación más eficiente en el fenómeno pasajero de la vida, por eso él se ha relativizado a cada momento, noche y día, segundo a segundo, a partir de eventos empíricos que construyen y constituyen el mundo, la subjetividad, donde nos encierra el contexto a cada individuo como verdad.
La duración desborda los límites del lenguaje, por su fugacidad, por su continuidad, por su movimiento, por su transformación, por su mutabilidad, como un fluido recíproco entre lenguaje-conocimiento y tiempo vital.

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