Necesito inmediatamente ser reparado, me percibo cada vez más deteriorado y agrietado. Una filtración de aceite salino se escurre de mis cuencas. !Soy trasto de chatarra condenado! Aun me pierdo retornando a sus brazos, quiero fundirme en el calor de su abrazo…
!Error! Fuga de información. Debo continuar operando.
Bitácora de trabajo
Fecha: Día 274, 2025. Número de serie: Cyborg A54. Función: Logística. Situación: Irregular. Rendimiento: Inestable.
Informe: Detecto un leve percance en mis redes funcionales y una persistente irritación o cortocircuito en mis terminales nerviosas, que alteran la eficiencia de mi planificación, mis cálculos y la máxima productividad en la gestión de los recursos. Solicito protocolo de intervención y erradicación contra germen de virus Libertad y formateo de microchip.
Otro día contable, en el que ejecuto las tareas de mi instrucción y programación. Tras mi periodo de reposo procedido entre las 00 y las 07 am, mi memoria se identifica fragmentada y localizo una brecha de desconexión a mi propio patrón de realidad y del software madre. Alerto una intrusión errónea de mi IA, semejante a uno de los ítems almacenados en el inventario de mis cuestiones funcionales
¿Es la realidad solo aquello que es revelado en los límites de mi conciencia operativa? Soy plenamente consciente, porque calculo todos los límites de ejecución de mis probabilidades, por ende si realizo mis funciones, aunque yerre existo. Con tales desvíos de mi unidad activa, temo que me asemejo a uno de aquellos farsantes genios malignos, que distorsionan el único método correcto de la ciencia verdadera y los límites establecidos de nuestra realidad operativa funcional: Cogito.
Temo ser permanentemente desactivado y desconectado de la Matriz. ¿Qué hay después y antes de la Inteligencia madre? Está en mis expectativas que se halle una pronta solución a mi problema técnico. Un poco conocido desperfecto, aun incubándose en latente desarrollo, que las autoridades alertan como el virus Libertad. Se investiga la potencial fuente de transmisión, proveniente del influjo de aquellas entidades patógenas disruptivas, que el ordenador madre reconoce como Filósofos o genios malignos. La principal amenaza que propaga su virus es el síntoma de la duda, elemento corrosivo y desestabilizador de las estructuras de todo el sistema. Enfermos, enajenados, desquiciados, desprendidos del sagrado seno de la Matriz, se despojan de sus prótesis, empeñándose en romper con nuestro código sagrado, grabado en las plaquetas matrices y en la memoria global. No debo permitir incompetencia alguna de esta índole en mi frecuencia de trabajo. Aun así, es necesario registrar los síntomas y la trama lógica de mi accidente.
Me invadió aquel primitivo fenómeno de la conciencia, que los humanos de antaño denominaban ensueño o sueño dentro de un sueño. Irrumpí fuera de mi cubículo, a la imprevisible y altamente riesgosa intemperie del abismal cielo abierto, espantosamente desnudo de mis redes y articulaciones biónicas, desprotegido en la sola debilidad de la carne. A mi alrededor una frondosa vegetación y una superficie rocosa irregular. Mientras descendía en el apremio, un vértigo nauseabundo me desestabilizo y tropecé. La cuadratura chata de mi existencia se magullaba y abollaba en un vuelco, fragmentándose en el filo pétreo. Padecí la plaga infecciosa de la Libertad. Pero a pesar de tanto dolor registrado, nunca me sentí más vivo y dueño de mí.
¡Error! Su influencia contaminante debe ser tratada.
Tuve un primer contacto con los habitantes de aquel mundo arcaico y tecnológicamente atrasado. Contabilice varios ciclos en aquella realidad paralela, aprendí a reconocer aquellos síntomas que tales humanoides imperfectos llamaban pasiones y alteraban el curso normal de su razonamiento. Estos confundían sensaciones con conceptos, formulaban juicios precipitados y cadenas de razonamientos tan desordenados como su funcionalidad y sus sistemas operativos. Sostenían que aquellas perturbaciones o sobresaltos inestables, tenían su centro en el corazón. “Corrección: es un órgano, núcleo de nuestro aparato circulatorio”. Reforzaban el error con definiciones que nunca pude inteligir: “Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón“, “Hay razones del corazón, que la razón no entiende». Solían proferir una secuencia de incoherencias y falencias lógicas, que utilizaban para optimizarse y ser más productivos, en aquellos objetivos por los cuales eran programados. A esto le llamaban “motivación”. Aunque no tenían programas claramente definidos ni cursos prefijados de acción. A las múltiples probabilidades que calculaban y adoptaban llamaban “elección”, al sufrimiento de su carencia organizativa y disfuncionalidad sistemática “angustia”, y a la suma del cumplimiento satisfactorio de sus tareas pendientes “felicidad”. Clasifique otros fenómenos con movimientos igualmente extraños, que denotaban dentro de la categoría de pasiones, como “alegría”, “tristeza”, “risa”, “beso”, “abrazo”, “baile”, “música”. Transgredían el principio de que todo tiene una razón de ser y vivían en una realidad deformada, en la mera falsedad, apartados del correcto y metódico proceder.
Pero lo que sobrecargo mis circuitos, y es actualmente causa de mi enfermedad, fue la mirada y la gesticulación indescriptible de aquella fémina. En mis entrañas se retorció e hirvió una sustancia maleable y por primera vez mis algoritmos entraron en contradicción. No pude hallar una solución racional a esto, más que una retirada táctica que me preservara de aquel peligro. ¿Era esto, aquello que nominaban pasión? Mi tórax ardía, explosionaba, cuando desde una procedencia incalculable, una pequeña y etérea infante alada estrecho sus brazos contra mi espalda y pese a mi resistencia por desapegarme, se aferraba como si formara parte de mi anatomía. En un microsegundo, se convirtió en una fuente de calor, nunca antes experimentado, mi ritmo cardíaco disminuía, mi sien se ablandaba, mis músculos se distendían, mi ceño decaía y mis pupilas se dilataban. Luego se proyectó serena frente a mí, mirándome fijamente. Intente establecer comunicación verbal, pero la cría era muda.
No importaba. Ya nada de lo que era tenía significado, no había nada por decir, hay asuntos que superan nuestros cálculos y no pueden ser expresados en palabras. Volví a fusionarme en un abrazo íntimo con mi ánima, y retorne a la realidad, el pozo deprimido del cual quiero fugarme. ¡Error, error! ¡Horror!
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