Ya han pasado días y ella comienza a sentir que no encaja bien en la tan diversa dinámica social. Cree comprender dicha situación y se dice así misma que estar ahí implica leer comportamientos,conductas, voces, acciones, además, el vestir, el decir y el no decir del otro. Lo dice para aflorar una tranquilidad espiritual y personal construida en el diario vivir, en la convivencia con el otro. Nunca vislumbra que su intranquilidad sería generada por un vacío de vida.
Pero la amenaza estaba anunciada y decaer será fácil, pues el sentimiento de desapego interior ya era su amigo. Aunque ella sabía que desde tiempo atrás las circunstancias la llevaron a experimentar episodios de tristeza, no imaginó atravesar por una serie de trastornos depresivos recurrentes que la atrapó en un estado de incertidumbre.
Hoy recuerda ese primer encuentro psiquiátrico y la descripción temerosa de aquel día en el cual su integridad sufrió una desfragmentación emocional. Allí la ansiedad invadió sus palabras y comportamientos, el desinterés surgió como acicate para enfrentar el transcurrir rutinario, la tristeza se convirtió en alegría diaria y, el desvelo nocturno en la oportunidad para no soñar. Revivir aquel hecho oscuro, hostil y desesperanzador del cual fue víctima, la situó en ese lugar violento del que quiso escapar, un contexto cultural sufrido e intolerante en el que la vida carece de valor y donde la justicia es más que una utopía.
El EXISTIR sin SER en realidad era la salvación, pues su mente logró llevarse la esencia y aunque está con ella ya no le pertenece.Finge ser ella sin ya serlo. Pero es así como cada uno a su manera sin proponerlo, delega en su ilusión de creer EXISTIR Y VIVIR, el encargo de aventurarse en la odisea de la vida, con el fin de establecer contacto con el otro así haya olvidado el contacto con él mismo.
Mientras, en silencio, el reloj va marcando los minutos para recargar en ellos la pila que evoca las huellas de sus experiencias que son marcadas en la memoria de quienes la observaron y cuestionaron. Te has convertido en parte de esa comparsa diaria de caras tristes que camina siempre por las mismas calles sombrías.
Entre tanto, sabe que cuando reaparecen los recuerdos, su sentir, su pensar y hacer son pasivos espectadores del devenir de la vida que carece de significado porque ha perdido su enfoque o motivación intrínseca para seguir. Ahora el punto de inicio y terminación será todo lo que ocurre dentro de ella. Ha sido del Dios tiempo su esclava y servidora incondicional. De él ha aprendido a ser consciente, dueña y señora de esa triada existencial: su ethos (valores), su pathos (emociones) y su ratio (razón); dimensiones complementarias e indispensables en las relaciones de todo ser social. De ser así la hermosa locura que la habita termina siendo punto de equilibrio emocional porque nos brinda libertad ilimitada para sentir, pensar y actuar; termina siendo el néctar, la ambrosía de la razón.
¿Es ese el fin? ¿Es en ese devenir existencial donde ella evidencia un desencuentro consigo misma y aparece el sentir de la vida? ¡Pues sí! Es allí donde husmea sus pensamientos e ideas amputadas, sentires y emociones que fueron y ya no son. Allí encuentra esa calma tormentosa, calma que le da serenidad y paz para enfrentar miedos, inseguridades, adversidades… Vacíos emocionales que nunca desaparecerán pues son la impronta de su personalidad y comportamiento. Aunque sabe que asusta su oscuridad interior porque ya cree conocerla, también comprende que debe avanzar, ganar la carrera de la vida y hacer el viaje que por temor no ha hecho…el viaje de la aceptación y del amor propio. Se repite así misma:
¡Soy yo la que decide cómo sentirme!
¡Soy yo la que decide a quién y cómo amar!
¡Soy yo la que decide cómo verme!
¡Soy yo la que decide quererme!
¡Soy yo la que decide cómo quiero vivir mi vida!
¡Soy yo la que decide cuándo parar!
¡Soy yo la que decide!… ¡ESA SOY YO!
Con frenesí controlado decidió agradecer a la locura por esas nuevas ganas de vivir y enfrentar su realidad con inteligencia. No hay razón para dosificar esa fuerza interior que recibe cuando es ella misma; fuerza intrínseca con la cual enfrenta las tribulaciones que deambulan en la existencia hasta el final. Así mismo aprendió que no siempre los atajos dan seguridad y permiten seguir adelante, pues recorrer cada una de las ramificaciones largas de la vida permite trascender en el sentido de la misma.
Al final, es en ese recorrido dionisiaco de la vida donde la fortaleza de su mente, cuerpo y alma, talla el equilibrio de su ser para avivar en cada segundo su autoestima. Nunca olvidará que en una época de violencia contra la mujer tuvo arrodillado corazón, mente y dignidad; prefirió encarcelar y dejar en reposo (por algo más de un año) pensamientos, opiniones, ilusiones, emociones e ilusiones. Aunque no le fue fácil,sí encontró llave para abrir la puerta de la motivación y la esperanza de un nuevo inicio.
Ahora cree que es el momento para nunca decir hasta aquí llego. Ya el tiempo de la depresión y la ansiedad ha sucumbido. Siente que ya no la tragan. Ha sido derribada pero no destruida. Decaer ya no se le hará fácil porque ha aprendido a conocerse mejor, y ve el momento por el que pasó como una oportunidad para recuperar su equilibrio. Sin embargo está convencida locamente que la estabilidad emocional es una mágica quimera que se alimenta de una realidad soñada, vivida e imaginada donde lo imposible es posible.
Y como dice la canción de Marc Anthony:
«Voy a vivir el momento para entender el destino,
Voy a escuchar el silencio para encontrar el camino»
¡VIVIR LA VIDA!
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