La mayor parte de nosotros le tiene miedo al caos. Sin embargo parece que si no es a partir de él nada sucedería. Cada cambio social, cada transforación en neustra casa, cada nueva relación nos sumerge en el caos que siempre creemos temporal y siempre tenemos la esperanza de volver al orden. ¿Somos animales que buscan el orden y por eso nos es tan imprescindible el caos?¿Necesitamos el orden en el que tampoco podemos vivir por completo?¿cual es el equilibrio que realmente nos haría felices?.
La física y las matemáticas modernas nos han regalado la hermosa teoría del caos. A partir de una reciente conversación con uno de los cerebros más inteligentes que he conocido han surgido varias reflexiones al respecto.
Lo que más me gusta de esa teoría es que lejos de la imposibilidad infinita de nuestros comportamientos (o el de los sistemas) simplifica (en el mejor sentido de la palabra) todo a posibilidades tan claras y patentes que me pacifica el alma. Pareciera que sólo podemos ser de tres maneras: los que somos atraídos por los atractores, los que somos repelidos o los que somos atraídos y repelidos simultáneamente. Y esto último -¡oh gloria!- puede llevarlo a otros atractores, cuyo número puede ser infinito… eso es la perfecta justificación para tener más de… todo, en la vida.
Ahora, si esto lo pasamos a una cuestión escénica hay muchas más cosas en qué pensar. Los griegos siempre partían de un rompimiento del orden para comenzar una pieza teatral, porque el escenario siempre ha necesitado del caospara comenzar y trata siempre de regresar a un orden. También encuentro un paralelismo entre esta teoría y la de Brecht sobre el grotesco. Él decía que el grotesco era una acción teatral que provocara en el espectador dos emociones contrarias y simultáneas: Piedad y repulsión, risa y horror, etc. ¿Qué caos mental puede conseguir emociones contrarias simultáneas? Al mismo tiempo, John Cage nos habló de que el hombre inventó el orden para entender el caos de dios, una de las paradojas más interesantes que he podido oír en mi vida. Todas estas teoría y pensamientos nos ayudan a convivir con el caos, pero es evidente que no nos dan respuestas definitivas.
Creo que para la mayoría de los seres humanos es más fácil pensar que hay un orden, un algo comprensible que podemos controlar. Para mi es más bondadoso pensar que en realidad no existe el orden y mucho menos el control.
Quizá es más realista pensar que somos seres perdidos en un caos que no entendemos, extraviados e inventando teorías que nos expliquen el mundo, andamos por la vida creyendo que sabemos lo que hacemos y tratando de enseñar a otras especies a obedecernos.
Y a pesar de ello, a veces, encontramos coincidencias, hermosas fructíferas y chispeantes, que nos dejan huellas imposibles de borrar. A veces, muy pocas quizá, somos creativos, reales y capaces de tocar al otro con un segundo de belleza hecha con lo mejor de nuestra esencia. Entonces, y sólo entonces, vale la pena nuestra existencia en ese caos de dios que nos preserva.
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