La cena de los monstruos

La cena de los monstruos

Francisco Jariego

25/02/2019

Cuando el presidente de la asociación, el terrible Grendel, hizo su aparición, los murmullos, carraspeos, gruñidos se extinguieron rápidamente y en la sala se hizo el silencio. Grendel se encaramó con la agilidad de un fauno sobre el escenario, se situó detrás del atril, saludó con una sobria reverencia y comenzó su exposición:

“Monstruos abominables, insignes colegas, buenas noches. Es un honor para mí dirigirme a todos vosotros en una ocasión tan especial como ésta en la que lo haré, por última vez, como presidente de la asociación. Están ahora a punto de cumplirse 1.000 años desde el momento en que mi antecesor en el cargo, el venerable Humbaba, hijo del Sol y guardián del bosque de los cedros, morada de los primitivos dioses de la especie, me cediera el testigo. Cuando vuelva a dirigirme a todos vosotros en sólo unas horas, lo haré ya simplemente para pasar el testigo y ser el primero en felicitar al nuevo presidente de esta asociación.”

En la sala habría más de quinientos asistentes. No era labor sencilla identificarlos a todos, pero sin duda habían acudido los más destacados iconos de la teratología epistémica. Cerca de mí, el demonio de Laplace escuchaba con atención mientras empujaba delicadamente con la punta de un dedo alguna molécula descarriada, y no lejos de allí, Schröedinger acariciaba el lomo de su gato. Era la primera vez que yo lo veía fuera de su cajón y hubiera jurado que estaba vivo. Todos los rostros estaban vueltos hacia el proscenio, desde donde Grendel continuaba su exposición.

“Hace mil años, muchos de vosotros aún no habías sido concebidos. La especie luchaba por la supervivencia en una batalla permanente contra el hambre, la enfermedad, contra los elementos y contra el que, sin duda, es su peor enemigo, contra ella misma. Los que nos reunimos entonces, juramos solemnemente atormentar la mente de la especie mostrándonos en cada rincón del tiempo y el espacio y en cada rincón de su conciencia donde el error tuviera la más mínima posibilidad de albergar. Juramos velar por la supervivencia de esta especie frágil. Mil años es muy poco tiempo, pero en este breve espacio de tiempo, hemos hecho importantes progresos. Prueba de ello sois muchas de las aberraciones que os dais cita hoy aquí. Hace mil años, la mayor parte de los asistentes a este encuentro de la asociación, como el propio Humama y como yo mismo, veníamos de los arcaicos reinos del mito, la religión y la literatura. Hoy muchos de vosotros habitáis en las tierras fértiles de la filosofía, como el demonio de Descartes, la física, como el demonio de Maxwell, las matemáticas, como el gigante amigable, la ciencia política, como Leviathan, la ética, como el insaciable monstruo de la utilidad…”

Mientras Grendel iba mencionando a aquellos monstruos ilustres, un haz de luz se giraba hacia ellos y un aplauso acompañaba su breve saludo de agradecimiento hacia el presidente. Yo esperaba al menos un guiño. No me había desplazado veinticinco mil parsecs sólo para oír un brillante discurso.

“Esta asociación es más fuerte hoy que hace mil años. Los monstruos somos más fuertes que nunca, más temibles. Tenemos más capacidad que nunca para mostrar a la especie el camino y ahuyentarla del error.”

Una ovación prendió espontáneamente entre la audiencia, pero Grendel continuó, alzando su poderosa voz.

“Pero no podemos caer en la complacencia. Han pasado mil años y la especie continúa hoy luchando por la supervivencia, contra el hambre, la enfermedad, la naturaleza y, sobre todo, trágicamente, contra su propia naturaleza. Esta especie que nos acoge ha progresado, qué duda cabe, atesora más conocimientos que nunca, pero, precisamente por eso, los riesgos existenciales que enfrenta son mayores que nunca, y sólo podemos imaginar los que tendrá que enfrentar durante los próximos mil años. Harán falta monstruos en rincones del conocimiento de muy difícil acceso…”

Dirigió la mirada con una sonrisa cómplice hacia la mesa donde estaban sentadas las sirenas de la odisea, y continuó:

“Necesitaremos sirenas cantando en las afiladas hélices del ADN, entre los retorcidos pliegues de los péptidos o en las estrechas simas de la nanotecnología. El monstruo que lidere esta asociación durante los próximos mil años, deberá velar porque nuevas y pavorosas aberraciones en páramos epistemológicos aún por descubrir se unan a esta asociación.»

«Monstruos abominables, insignes colegas, concluyo ya. Esta especie improbable, arrogante, frágil, en cuya inteligencia habitamos y por la que velamos, continúa hoy balbuceando en su cuna. Pero esta cuna, la Tierra, comienza a quedarse pequeña. Se acerca el momento en que tendrá que dar su primer gran salto y, por eso, hoy nos necesita más que nunca. Los monstruos somos más necesarios que nunca.”

Un gran aplauso dio por concluida la intervención del presidente.

Durante la cena hablamos animadamente de nuestras actividades y nuestros proyectos. El dragón tirano de Bostrom, que se había incorporado muy recientemente a la asociación y tenía aspiraciones, se mostró implacable, engullendo impertérrito varias raciones de seres indefensos sin aliño. A los postres, el zombi filosófico estuvo bromeando con los camareros e hizo que lo ensartaran con los tenedores de trinchar mientras él aullaba y gemía para hacernos creer que, de verdad, podía sentir.

Fue una agradable velada, pero yo tenía que renormalizarme. Viajar a través del agujero de gusano desde el centro de la galaxia había sido agotador. Y al día siguiente, las deliberaciones comenzarían muy temprano.

Tengo que reconocer que el viejo Grendel y todos los demás monstruos han hecho hasta ahora un trabajo más que decente. Pocas especies lo logran. Sin embargo, ninguno de ellos comprendería lo que está aguardando sólo un poco más allá. Aún no han visto nada. Presidir la Asociación Universal de Monstruos por las Especies Inteligentes durante los próximos mil años será, sin ningún género de duda, un reto monstruoso.

Dibujos: obra derivada de originales en dominio público: Wikimedia Commons y Flicker. Ver detalles

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS