Abro mis ojos y empieza un nuevo día, mis tareas habituales son un sordo sonido que suena constantemente en mis acciones, llevando mi carne a bailar la danza de la rutina.

Mi mirada parece haber cambiado las farolas de mi alma, porque cada detalle se hace más perceptible y automáticamente mi mente entra en un eterno cuestionamiento.

Justo antes de salir de mi casa me despido de mi madre y puedo notar que alguna fuerza invisible me impulsa a abrazarla unos segundos más de lo habitual; una leve nostalgia invade mi corazón como intuyendo que no volveré a verla… siento un poco de temor, pero no le doy mente, así que me marcho.

La avenida que transita justo por el frente de mi casa, pareciera haber adoptado un nueva melodía, ya que los vehículos pareciesen emitir sonidos de advertencia, y mientras intento captar el mensaje, empiezo a ver como todo se conmociona.

Una pequeña niña se ha soltado de la mano de su madre y se encuentra a pocos metros de mí en medio de la avenida; todo a mi alrededor pareciese que estuviera en modo cámara lenta y algo en lo más profundo de mí, me inspira a saltar a socorrer a esa pequeña. Sin pensarlo me abalanzo sobre ella, y la arrojo rápidamente por la zona peatonal.

Pero yo, no tuve la misma suerte, un gran autobús me arrollo, le fue imposible esquivarme por la proximidad que tenía hacia mi… en ese instante, pude ver como el delgado hilo de vida se empezaba a rasgar y como el dolor invadía mi alma.

Recuerdo como muchas personas intentaban mantenerme despierto, yo me encontraba en absoluta conmoción y los pensamientos se hacían cada vez más pesados, mis ojos buscaban sigilosamente a la niña, hasta que la encontraron un poco rasguñada, pero a salvo. Solo recuerdo decir constantemente que no me dejaran morir y en cuestión de segundos, se apagó la luz de mi vida.

Aun sentía mi existencia y eso me abrumaba, tenía conocimiento de mi muerte por el fuerte destello de luz que emitía todo a mi alrededor, como si hubiera pasado en cuestión de segundos por un agujero de gusano me vi en otra dimensión, una donde solo existía luz y aquello que conocía como nubes…. ¿es el cielo? Me pregunté, pareciera que mi existencia fuera lo único que habitara ese gran espacio; lo que podía llamarse suelo, comenzó a formar palabras en un lenguaje jamás visto, que por alguna extraña razón comencé a entenderlo, recuerdo que decía:

– Aun no estas listo, retornaras de nuevo

De repente un gran abismo se formó justo debajo de mí, y comencé a descender a gran velocidad, solo me rodeaba la oscuridad absoluta y podía sentir como mi cuerpo se iba haciendo pequeño, podía ver muy a lo lejos algo de luz; supuse que estaría descendiendo al infierno, por que así era como me habían enseñado: el cielo en el norte y el infierno en el sur.

Podía escuchar algunas voces pero muy distantes, comienzo a sentirme un poco estrecho y puedo palpar con mis pequeñas manos unas paredes de piel, que intentaban asfixiarme, podía sentir como una gran fuerza iba arrojándome hacia algún lugar fuera de ellas.

Una gran luz me quito la visibilidad y a pesar de sentirme abrumado, por lo que estaba ocurriendo, pude entender como un hombre le decía a una mujer:

– Es un precioso niño.

Desconcertado y entendiendo lo sucedido empiezo a llorar, porque solo hasta ese momento puede comprender que la muerte me había dado una vida de ventaja y la vida me brindaba una nueva oportunidad de hallar el verdadero sentido de la existencia.

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