¿Vivimos en un mundo de esclavos?, sí, vivimos en un mundo de ESCLAVOS. Somos esclavos del tiempo, de la sociedad, de las circunstancias que nos rodean en nuestra vida cotidiana y de un sinfín de cosas más que se podrían relatar. Pero, ser esclavo, es una condición de fuera. Un niño no nace esclavo, lo es cuando la sociedad le dice cómo tiene que actuar, pero cuando no es consciente, juega libremente con quién quiere, se ríe, sueña, es puro, no tiene maldad alguna. Pero cuando es teñido por la sociedad que le rodea, la familia, etc… entonces empieza a cambiar su luz pura y se tiñe de colores oscuros, que son los miedos inculcados – no hagas esto, ten cuidado con aquello, no te fíes de nadie-, aquí comienza a forjarse el esclavo. El esclavo de los miedos de los demás, pero como niño espejo, hace lo que le dicen sus semejantes porque cree que es lo correcto. Luego, el niño crece y es desconfiado y va por la vida con miedo que le puedan hacer algo malo. Sus cadenas ya están sembradas en su corazón, no fluye por la vida, es incapaz de ver nada más que las sombras proyectadas en la pared que tiene delante de sus ojos. Le da miedo pensar que no sean ciertas esas sombras, porque las considera algo seguro, que le viene desde antaño ¿cómo dejar eso atrás?, ¡imposible!.

Un buen día el niño que se hizo mayor no puede más… empieza a sentir que sus cadenas pesan mucho en su corazón, se mira al espejo, se ve con 40 años, con canas en el cabello y diciendo ¿qué he hecho yo con mi vida?, ¿esto es lo que siempre he querido?, ¿por qué no puedo dar pasos hacia adelante, qué lo impide?.

Querido niño, te lo impide EL MIEDO, nuestro viejo amigo el miedo que te regalaron y te fue sustituido por tu viejo osito de peluche y que desde entonces es tu cadena sutil para que cuando te muevas o cuestiones “lo normal o preestablecido”, te apriete el cuello, diciendo… shussss ¡no!… ¿qué van a pensar de ti, si lo haces?, ¡tú, no sirves para nada! ¡no te muevas! ¡mejor quédate aquí! ¿dónde vas a ir a tu edad? etc… esas son las voces del señor miedo, que no actúa solo, siempre viene acompañado de sus amigas las dudas, para que te cuestiones todo y te hagan cambiar de opinión.

Pero lo que tus enemigos no saben es que ya has abierto los ojos, no los físicos sino los de tu yo interior, y que el filósofo apareció dentro como una luz en la oscuridad, como el faro en la noche, que siempre nos ayuda a volver a puerto. Confía en el filósofo que siempre estuvo y que ahora quiere salir de la caverna de la ilusión, que le impedía ver la luz, el cielo y lo maravilloso de la vida que le rodeaba. Tienes que ser fuerte niño interior, saca el coraje que llevas dentro y camina en la oscuridad, no importa que te tropieces, nadie nace enseñado, venimos a la vida a aprender…. De vez en cuando la luz aparece en modo de linterna vieja que parpadea y nos dice donde debemos seguir, por ello debemos estar atentos.

¡Tú, vales mucho! ¡nadie cae para siempre! esa es la voz de nuestra amiga la VOLUNTAD. Siempre está ahí, es nuestra columna interior, a la que tienes que aferrarte fuerte, frente a los tornados de la vida. Todos podemos ser aquello que queramos, siempre que hagamos caso a la Voluntad. La elección está dentro de ti, la libertad es solo un estado de conciencia, está en lo más profundo del ser… El esclavo, piensa en sus limitaciones, el hombre libre, el niño interior, el filósofo, todos eres tú, ese es el que sabe sus limitaciones, pero aun así lucha por vencerlas y no le importa el tiempo, sabe que lo puede lograr.

Querido niño, ya me despido de ti, espero que el filósofo que llevas dentro te acompañe siempre, él te hará libre, sin cadenas de papel, ni miedos de hojalata, te hará soñar con montañas empinadas que escalar y amaneceres que contemplar…

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