Se ve y no se ve, de lejos parece tan sólida pero cuando te adentras en ella es líquida, aunque tiene la fuerza suficiente para cambiar en un instante la temperatura que llevamos al entrar en contacto con esos mínimos destellos que a veces quedan en nuestros cabellos.
Los amaneceres brillantes son mis favoritos, me encanta ver cómo resplandece todo, pero hoy no es uno de ellos.
Hoy el autobús tiene como paisaje del lado derecho una gran pared blanca, hace frío húmedo, muchos pasajeros vienen durmiendo.Justo en esa parte del trayecto es donde espero con ansias la aparición del Ávila, pero la neblina lo ha desaparecido como un gran truco de magia de Copperfield y me quita un pedacito de esa alegría que siempre me brinda el encuentro con mi querida montaña y mi estado de ánimo parece entrar en esa habitación donde parece que cada vez quedan menos rasgos que la hacían confortable.
Me niego a escribir, es lo primero que siento al entrar.La pregunta evidente tiene como respuesta “porque este año ha sido muy duro al llevarse a gente buena” y es que siento cierta rabia al pensar en las circunstancias que nos han quitado personas y que en otro tiempo podrían haberse evitado o al menos solucionado.
¿Contra quién se descarga la rabia y la tristeza? Cada vez que llego a una reunión de personas todas tienen algún conocido fallecido en los últimos meses, todas tiene a alguien querido que se ha ido del país, y nos miramos fugazmente como huérfanos que necesitan compañía, pero sonreímos compartiendo las ocurrencias para continuar con el día a día de nuestras vidas.
Pero más adelante reaparece el Ávila con colores vivos, llenos de humedad y frescura como si acabara de llegar recién bañado y perfumado.
Sé que tras la neblina siempre ha estado y está el Ávila, como siguen estando todos los que se han ido, en aquella habitación que vuelvo a decorar con recuerdos, con sensaciones, con mensajes que llegan de tan lejos, con enseñanzas que no se vencen, con tanto que me mueve el alma que por un momento parece que puedo estrecharlos a todos, en aquella habitación busco un rincón para quedarme un rato, acomodarme, sentir lo que se deba sentir y quiero reconciliarme con mis sentimientos y volver a las letras pero creo que lo que me está empujando a hacerlo es aquello que precisamente está detrás de la neblina.Tiempo al tiempo.
Hace unos días entre mis pocos recuerdos del hecho, soñé que dos personas que dejaron este mundo, entraron a mi casa y me abrazaron con una calidez que aún me emociona recordar, pero al mismo tiempo me dibuja una sonrisa de felicidad como si por un momento la neblina se hubiese corrido y me hubiese permitido tocar con mi alma a dos seres que pensé que no volvería a ver en esta vida.
Hoy me permito sentir nostalgia, pero sé que en poco saldré de esa habitación y entraré a las demás, unas donde el sol brilla, otras donde puedo admirar la lluvia con entusiasmo y todo lo que las adorna le da otros colores a esta vida y que sin duda sería poco apreciada si no entrara de vez en cuando un poco de sombra a resaltar el perfil de cada rincón de esta casa.
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