Dolor de cabeza
Pues oiga, para todo sin excepción. Es como el pegamento ese que anuncian en la Teletienda de madrugada, cuando el sueño te va abandonando, que pega todo: cristal, metal, loza. No perdamos la perspectiva… que se me va la cabeza, pero no el dolor. Porque como iba diciendo, el dolor te sirve para todo, todo y todo.
¿Qué quieres ir al cine a ver una peli de estreno? Te sirve. Se acomodará en tu misma butaca, no tienes que sacar otra entrada, tranquilo. ¿Qué hoy tiene tu hijo examen de judo? Te sirve. No se perderá detalle desde la grada. ¿Qué te apetece hacer unos largos en la piscina municipal? Te sirve. Tiene gorro, tapones y bañador de competición. ¿Qué tienes una reunión de trabajo? Por favoooor, te sirve. Estará más atento que una secretaria. ¡Oh! Y no olvidemos las fiestas de Navidad. Te sirve también. Te acompañará en la larga jornada de preparativos culinarios, no comerá, esa es la única ventaja, pero estará pendiente de ti y de tu horno como un ayudante de cocina.
Y no olvidemos las campanadas de Nochevieja, ¿cómo hacerlo! Si le encantan más que a un tonto un lápiz. Aprovecha la resonancia y bailotea dentro de tu cabeza, las doce campanadas. Incluidos los cuartos. Ya ves, qué importante es contar con un dolor de cabeza en el hogar, al menos uno, tampoco seamos acaparadores. Ya nos enseñaron en el parvulario que había que compartir, que era de buenos amiguitos compartir.
Por eso yo suelo organizar pequeñas fiestas, nada ostentosas. Tampoco exijo venir de etiqueta ni nada excepcional. Sólo hay una condición: hay que venir con cabeza. Es la única condición que pido. Y tengo mis razones. Si el dolor de cabeza, es en la cabeza, como su propio nombre indica, y además hay que ser buenos amiguitos (¿recordáis el parvulario arriba mencionado?), pues necesito amiguitos con cabeza. Para poderles obsequiar con una pequeña muestra, tampoco es plan de quedarte sin nada (el que parte y reparte, se queda con la mejor parte), de dolorcillo de cabeza.
Porque oye, igual algún amigo tiene entradapara un concierto de Raphael, y cantar “Es-cán-daa-looo” solo, no es cantar. Hay que cantar acompañado de un bueny fiel dolor de cabeza, que mire usted por dónde, también se sabe el repertorio de Raphael. Buah, se pasa de miedo en un concierto con el dolor.
Lo malo, es que si luego decides tomarte unas birras al salir, también viene, y ya se te hace un poco pesada su insistencia de ir juntos a todas partes. Entendedme. Que si la noche es propicia y alguien te guiña un ojo, o se te acerca a darte conversación… allí está él de sujetavelas.
- Oye, guapa… ¿estudias o tienes dolor de cabeza?
Más bien lo último, pero no te cortes guapo, que lo despachamos pronto y nos quedamos solitos pasándolo de miedo.
Hablando de miedo, no sé la extraña razón de querer asustar a la gente con el misterioso “Coco”,si un dolor de coco es peor. Habría que retocar algo la historia y amenazar con “si no te duermes pronto vendrá el dolor de coco”. Pero el que da más miedito es el hombre del saco, no porque sea feo o deforme, no. El problema es el saco, grande y profundo… a ver si va llevar ahí dentro un dolor más grande que el tuyo, y quiere intercambiarlo. Cuenta la leyenda que el hombre lobo se convierte al ver la luna llena. ¡Qué va! La verdad es que se convierte cuando tiene la cabeza llena, llena, ¿a ver si adivináis de qué? Pues de dolor cabeza, exacto.
También recuerdo cuando allá por el año 1969, el hombre pisó la Luna, fue verdaderamente emocionante escuchar aquellas palabras “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para… el dolor de cabeza”. ¿O no? Pues claro que sí. Hazaña épica el viaje interplanetario.
Es curiosa la afición que tengo de no perderme ni un parte meteorológico, y tiene su intríngulis la cosa. Yo en elmapa no veo solecitos radiantes, o nubecillas lloronas sobre mi ciudad, yo… la verdad, me da vergüenza confesarlo, pero… en ocasiones… veo dolores de cabeza. Sólo eso, pero vamos, que estoy por escribir al programa “Cuarto Milenio” y comentárselo.
Me viene a la memoria el estribillo de una canción de Rafaella Carrá, aquella que decía “Ay, ay, ay, que dolor, que dolor”, seguro que el autor tenía en ese momento una musa inspiradora en forma de dolor de cabeza, y para no revelar la clave de su éxito, disimuló y prosiguió con “una mujer en el armario”.
Si es que… quién tiene un dolor, tiene un tesoro. Ya lo decía Gollum, en “El señor de anillos”, cuando mira embelesado el anillo con la inscripción. Pues allí viene la fórmula secreta para hacerte con un buen y poderoso dolor de cabeza. Vamos, el sueño de cualquier mortal.
Así que, si me preguntan para qué sirve un dolor de cabeza, la respuesta es contundente. Espero y deseo que a través de este ensayo sesudo,único, singular, contrastado, y sobre todo basado en hechos reales, haya quedado también meridianamente clara, la importancia del dolor de cabeza y sus funciones. He procurado no ahondar en tecnicismos ni emplear términos médicos para no marear al dolor.
Que las dudas se hayan esfumado (acción que aún no ha descubierto el dolor, o no tiene la técnica perfeccionada), y seáis unos plenos convencidos de la importancia de un dolor, no uno cualquiera, localizado en el codo o dedo gordo del pie, sino un gran y duradero dolor de cabeza; y de cómo la humanidad no hubiese sido la misma sin él.
Si no se hubiese inventado, habría que hacerlo.
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