Me pregunto si alguna vez fui un sueño

Me pregunto si alguna vez fui un sueño.

Si me quedé dormida tras las pestañas de algún extraño.

Y por eso me he despertado confusa entre la maleza.

Y me siento diferente.

Y tengo la sensación, a veces, de que corro pero no avanzo.

De que quiero gritar y avisar a alguien de que algo me persigue pero no puedo abrir la boca.

Me pregunto si alguna vez he sido algo de lo que creo que soy.

Esa chica callada y tímida a los ojos de los demás.

Ese espejismo propulsado hacia el silencio de una noche en la que alguien duerme sabiendo que ya no podrá decirle a otro alguien que le quiere.

Mucho.

Esa sensación de perplejidad ante un suceso inimaginable (por miedo a que imaginarlo haga que se cumpla) pero predecible una vez que ocurre.

«Sabía que pasaría».

Esa razón incómoda e innecesaria.

Esa presencia desconocida en sus propios ojos.

No sé, me pregunto si alguna vez he sido lo que ha quedado de un sueño.

Las virutas de la madera de un árbol, cayendo, mientras alguien escribe la palabra «siempre» sobre su tronco liso.

Esa caída tan real que despierta con un espasmo.

Y el alivio o la decepción tras comprobar, reconociendo la habitación, que nada de lo que has soñado ha sucedido en realidad.

Abro los ojos y me pregunto

si estoy sucedido junto a estas letras

O si tras este silencio hay alguien más que duerme sabiendo que nunca más va a poder decir que me quiere.

Me pregunto si alguna vez he sido un sueño.

Y es por eso que no me reconozco.

O si, tal vez, aún lo soy.