Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos, era la jaculatoria que murmuraba María constantemente.
Observando su reflejo una y otra vez en el espejo, cierra los ojos para evadir la realidad, los pensamientos de María se han convertido en crueles flagelos, perturban su cordura, la misma que la abandonó hace algún tiempo, si es que alguna vez la acompañó.
María, con un nombre de pila tan común y simple, fue recibida por las monjas del convento «El Milagro de Jesús», de forma inmediata una vez que fue abandonada en una sucia y vieja habitación de hotel a la edad de cinco años. Desde el instante en que María llegó al convento se mostró altanera, desafiando constantemente a todos en el lugar, fue poca la información que las autoridades aportaron, el comportamiento de Maria dejaba mucho que desear, desde pequeña estuvo atraída por conductas inadecuadas y juegos de azar, actividades que le eran reprimidas y castigadas en reiteradas oportunidades, hasta que finalmente fue expulsada del convento por mostrar intencionalmente sus partes íntimas al cura Ignacio frente a la sacristía, luego de terminar la misa dominical.
Las monjas Carmelina y Epifanía, trataron de convencer a la escandalizada madre superiora de brindar una ultima oportunidad a la joven María, alegando que requería ayuda profesional para mejorar su comportamiento, sin embargo María al no hacer el menor esfuerzo por retractarse con la madre superiora, esta decidió ignorar las suplicas de las monjas que intercedían por ella, no hubo credo, ni ave María que lograra dominar el alma salvaje de María, y por ser una mala influencia para sus compañeras debía abandonar de inmediato el convento.
A la edad de diecisiete años María comenzó a transitar las calles de Valencia, con una pequeña maleta repleta de sueños, el primero ya lo había alcanzado era el estar fuera del convento, seguido de esto María anhelaba ser bailarina de ballet profesional, pertenecer a una compañía famosa y recorrer el mundo con ella, al ser muy famosa todos los diarios tendrían que escribir acerca de su espectáculo, le aplaudirían constantemente, recibiría invitaciones para ser entrevistada en los mejores programas de la televisión y su hermoso rostro quedaría grabado en las mentes de millones de personas, tendría muchos hombres a sus pies, le sobraría el dinero con el cual se compraría joyas, ropa, zapatos de diseñador, un lujoso auto y una inmensa casa, jamás regresaría al convento.
El juicio de María estaba nublado, parecía estar poseída por los demonios Asmodeo, Belcebú, Mammon, Belfegor, Amon, Leviatán y el mismo Lucifer, todos y cada uno responsables de los pensamientos que tentaban a María a sumergirse en el mundo del pecado, al encontrarse con la dura realidad de no disponer de un lugar para dormir y alimentos que comer, María opto por tomar un empleo que sería temporal, el aviso estaba a las afueras de un bar clandestino donde solicitaban chicas para bailar, segura de sus dotes artísticos se adentró al lugar, por ser joven y atractiva, bendecida por la gracia de dios con un cuerpo prominente, fue contratada de inmediato.
Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos. Era la jaculatoria que murmuraba María con sus labios recién pintados de un rojo fuego que parecía consumir sus palabras, sus manos temblaban, el pánico estaba latente, sin embargo la soberbia se hizo presente, María orgullosa subió a la tarima de aquel bar con una diminuta pantys y el torso descubierto, exhibiendo el busto de forma desinhibida. El debut de María estuvo aplaudido por fervorosos admiradores, quienes la recompensaban con billetes de la denominación más alta, nunca antes había observado tanta contribución, ni siquiera en la recolección de las ofrendas de las misas destinadas a los niños huérfanos del convento al que perteneció.
El brillo en la mirada de María, era el reflejo de la fortuna que se imaginaba que obtendría al repetir cientos de noches tan productivas como esa, la avaricia era el motor que movía su cuerpo, pronto María dejaría el sueño de ser bailarina de ballet profesional para convertirse en una vulgar prostituta con aires de súper vedette, saciando la lujuria de su cliente de turno, cada uno satisfecho regresaba por mas, la fama de María en el lugar fue aumentando hasta desplazar a las más expertas y solicitadas por el público presente, convirtiéndose en la reina del lugar.
La envidia de las compañeras de María, fue desatada por las constantes aptitudes arrogantes, María se habría convertido en una joven vanidosa y prepotente, más temprano que tarde se confabularon para provocar un incendio en el vestidor de María, quien con mucho orgullo solía llamarle su «camerino»; el fuego fue disipado rápidamente, sin embargo el consumo de alcohol por parte de María era excesivo, llegando a convertirse en gula, por encontrarse en un estado de ebriedad considerable, no pudo escapar ilesa de las llamas, el plan macabro de las compañeras de María habría dado resultados, sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el setenta y cinco por ciento de su cuerpo, tardo varios meses en sanar, el sufrimiento al cual estuvo sometida fue indescriptible, el ver gran parte de su cuerpo y rostro desfigurado por las quemaduras le causo una intensa tristeza, el desdén la sumergió en una aguda pereza.
Finalmente el desaliento se transformó en un sinfín de reproches y arrepentimientos, el amargo sabor de la ira cubría el alma de María, matizada con marcas de dolor, quien no lograba comprender el porqué de su desdicha, no sabe en que momento se convirtió en un mounstró, si antes o después de ser abrazada por las llamas del incendio.
María ahora se debate entre superar el complejo causado por su horrible apariencia física y comenzar a descubrir su verdadera belleza; esa que llevamos en nuestro interior.
Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos. Era la jaculatoria que murmuraba María, con los labios deformes y sin color, Ora arrepentida por haberle fallado a Dios.
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