Cada noche se ha convertido

en un suplicio,

en esta cama hay un gran vacío

y cada vez hace más frío

porque desde que yací en tu cama

mi sueño se ha desvanecido.


Cada madrugada desvelada

me invade la nostalgia

recordando tu mirada

me hundo entre letras y café

esperando algún día ser tu amada

por eso, aún guardo la fe.


Mi mente y cuerpo

se han negado a dormir

si no es contigo

pues dicen que no quieren sentir

otro calor ni otros brazos

que no sean los tuyos.


Noche de verano y ardor,

suena el crujido del colchón

predomina el ruido y el aireo del ventilador

más el fuerte latir de tu corazón.

Las sábanas revueltas

y tú, sigues sin darte cuenta.


Enredados,

abrazados,

juntos

o separados

pero siempre conectados por un mismo lecho

en el que unidos permaneceremos.


Mente enferma y loca

que solo de pensar que

otros brazos te tocan

se sofoca y explota

queriendo gritar y dar golpetazos

para que te enteres de que lo nuestro son más que abrazos.


Lo quieras o no, hemos creado lazos,

será un amor pendiente,

primero efímero

para después ser hasta la muerte.

Libérame de esta condena

que me apena y desvela.


Vuelve a mí,

amor bendito.

Vuelve a mí,

para ser el infinito.

Vuelve a mí,

para sellar lo escrito.


Marta Ortí

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