Días grises y aciagos retumban en mi cabeza,
es mi corazón que late sin presteza.
Una oscuridad invade mi alma
que sin consentimiento propio,
desgarra mi aura.
Siento la soledad que me rodea infausta,
con su frágil arrullo, rio y me escabullo.
Tan negra como la muerte desprovista de color,
baila en mi corazón, exacerbando mi dolor.
Oh soledad inquieta muéstrame tu designio,
que sin propósito alguno, yo me resigno.
Sosiega mis días como la brisa fría, esa que no escatima,
ni en lo elemental, ni en lo absurdo.
No me castigues mas, con tu insolencia y tu verdad.
Nacimos para amarte sin venerarte.
En ti nos refugiamos cuando el amanecer es certero,
pero no te confundas, el morir esta primero.
Dias grises, días nublados, soledad perenne,
en vos hemos confiado.
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