Año 1936.

Dieciocho años cumplió el Chaval.

Los quintos de aquél año costumbre tenían;

de gran fiesta celebrar.

Ya que les tocaba hacer

La Milicia Nacional”.

Y El por edad,

entraba en el plan.

Pero la fiesta no se celebró,

Porque el 18 de Julio la guerra estalló.

En consecuencia:

Por envidias e injurias, en la cárcel ingresó.

Primero fue el padre, apresado por “ Liberal”

El vástago fue confinado, por descendiente ser.

Eran las doce de la noche

cuando un estrépito de cerrojos

despejo al muchacho.

En el umbral de la puerta dos siluetas se proyectaban

¿Era delirio de un mal sueño lo que avistaba?

Se preguntó.

O ¿Era una aciaga realidad?

Si y fue preludio de eterna desolación.

Por algo el espacio apestaba a vileza.

Su progenitor custodiado por el guardian

A la celda accedió;

tras recibir un empellón.

Aquellos sabidos ojos,

estaban maquillados de miedo.

Anunciaban un adiós de partida sin retorno.

Los dos cuerpos se estrecharon,

expelían un vaho de entrañable cariño,

mas tuvieron que desunirse en el mismo instante

ya que una voz imperiosa bramó:

¡Memos, dejarse de pijotadas!

El abrazo se suspendió al no haber compunción.

Confuso el padre le mostraba un documento al chaval.

El chico calibró el contenido de la misiva

y sus entrañas se rebelaron.

No comprendía el «paripé»,

e iracundo arrojó la epístola sobre el guardián.

Por ventura, sofrenado por sus compañeros fue.

Pero jamás asimiló tanto engaño,

Hacia un hombre: Honesto.

Generoso con su gente y Pueblo.

El inconveniente era: «Ser Libera.l

Hoy por desgracia han topado en un calabozo.

En una mazmorra que hedía a mezquindad.

Amedrentado el muchacho examinaba la mirada del ancestro,

que anunciaba demolida su próximo final.

Se despidieron con una sonrisa

aunque palparán una eterna desunión.

Al catar el sabor amargo de la muerte,

boquiabiertos adolecían pigmentación de acero.

Dos cuerpos congelados que sin embargo irradiaban fuego.

Ebrio de espanto estaba el muchacho,

mas se atrevió a estrechar con temple a su progenitor,

aunque echaba espuma por unos ojos desolados,

carentes de llanto, faltos de lagrimas,

similares a dos senderos polvorientos.

Nunca aquél joven había captado tanto embeleco.

Jamás tuvo capacidad para entender,

como lograron templanza en la escisión.

Empero, tras el funesto día perdonó;

pero no olvidó tamaña injusticia,

ante un hombre altruista y tolerante.

El desacierto fue, que no aguantó el yugo.

Aquel hombre era un Señor habituado a trabajar;

como comerciante o labriego

y hasta bregó como músico.

Siempre fue una persona afable y de vida integra.

Sin embargo por unas ideologías abiertas,

acabó extinto en indigna felonía.

Ellos tenían querencia consolidada y soldada.

Objeción es que con traición se lo arrebataron.

Su espíritu se ha apagado pero deplora el vacío con vigor.

Desde el suceso, rotas sus emociones están.

Aquél crimen sin sanción.

fue una nefasta verdad.

Año 2002. MONOLITO.- IN MEMÓRIAM.

La Diputación Foral: Ha inaugurado.

Balsámico Monolito, inmensa evocación.

Plasmados sus nombres están.

Ahora por fin, se ha disipado el engaño.

Ya despliegan su esencia.

Descubierto está el engaño

al descalificar los hechos.

Por fin se va a secar la herida abierta de una Saga.

Los recuerdos tratan de olvidar

y olvidando se ocupan de recordar.

Los “Otoños” siempre fueron confusos para la familia

El motivo; que eran efemérides de parricidio.

Ellos” les dejaron: Fragancias y anhelos de dos.

Uno tan joven, tan diáfano.

Otro tan noble y abierto.

Idealistas nunca cambiaron de credo.

Eran de estambres libres cual flores silvestres.

El poso de su aroma perciben aún en el Hogar

Cuando enhebran el llanto,

el aire se embriaga de suspiros nostálgicos.

Porque al gritar ¡Libertad!

Uno fue exiliado de la vida en secreto.

El otro nunca más tuvo mañana.

Se fueron: NO, en el mismo tren.

Mas hoy sus huellas:

SI, se hallan en el mismo andén.

Año 1936.

Dieciocho años cumplió el Chaval.

Los quintos de aquél año costumbre tenían;

de gran fiesta celebrar

Ya que les tocaba hacer

La Milicia Nacional”.

Y El por edad,

entraba en el plan.

Pero la fiesta no se celebró,

Porque el 18 de Julio la guerra estalló.

En consecuencia:

Por envidias e injurias, en la cárcel ingresó.

Primero fue el padre, apresado por “ Liberal”

El vástago fue confinado, por descendiente ser.

Eran las doce de la noche

cuando un estrépito de cerrojos

despejo al muchacho.

En el umbral de la puerta dos siluetas se proyectaban

¿Era delirio de un mal sueño lo que avistaba?

Se preguntó.

O ¿Era una aciaga realidad?

Si y fue preludio de eterna desolación.

Por algo el espacio apestaba a vileza.

Su progenitor custodiado por el guardian

A la celda accedió;

tras recibir un empellón.

Aquellos sabidos ojos,

estaban maquillados de miedo.

Anunciaban un adiós de partida sin retorno.

Los dos cuerpos se estrecharon,

expelían un vaho de entrañable cariño,

mas tuvieron que desunirse en el mismo instante

ya que una voz imperiosa bramó:

¡Memos, dejarse de pijotadas!

El abrazo se suspendió al no haber compunción.

Confuso el padre le mostraba un documento al chaval.

El chico calibró el contenido de la misiva

y sus entrañas se rebelaron.

No comprendía el «paripé»,

e iracundo arrojó la epístola sobre el guardián.

Por ventura, sofrenado por sus compañeros fue.

Pero jamás asimiló tanto engaño,

Hacia un hombre: Honesto.

Generoso con su gente y Pueblo.

El inconveniente era: «Ser Liberal».

Hoy por desgracia han topado en un calabozo.

En una mazmorra que hedía a mezquindad.

Amedrentado el muchacho examinaba la mirada del ancestro,

que anunciaba demolida su próximo final.

Se despidieron con una sonrisa

aunque palparán una eterna desunión.

Al catar el sabor amargo de la muerte,

boquiabiertos adolecían pigmentación de acero.

Dos cuerpos congelados que sin embargo irradiaban fuego.

Ebrio de espanto estaba el muchacho,

mas se atrevió a estrechar con temple a su progenitor,

aunque echaba espuma por unos ojos desolados,

carentes de llanto, faltos de lagrimas,

similares a dos senderos polvorientos.

Nunca aquél joven había captado tanto embeleco.

Jamás tuvo capacidad para entender,

como lograron templanza en la escisión.

Empero, tras el funesto día perdonó;

pero no olvidó tamaña injusticia,

ante un hombre altruista y tolerante.

El desacierto fue, que no aguantó el yugo.

Aquel hombre era un Señor habituado a trabajar;

como comerciante o labriego

y hasta bregó como músico.

Siempre fue una persona afable y de vida integra.

Sin embargo por unas ideologías abiertas,

acabó extinto en indigna felonía.

Ellos tenían querencia consolidada y soldada.

Objeción es que con traición se lo arrebataron.

Su espíritu se ha apagado pero deplora el vacío con vigor.

Desde el suceso, rotas sus emociones están.

Aquél crimen sin sanción.

fue una nefasta verdad.

Año 2002. MONOLITO.- IN MEMÓRIAM.

La Diputación Foral: Ha inaugurado.

Balsámico Monolito, inmensa evocación.

Plasmados sus nombres están.

Ahora por fin, se ha disipado el engaño.

Ya despliegan su esencia.

Descubierto está el engaño

al descalificar los hechos.

Por fin se va a secar la herida abierta de una Saga.

Los recuerdos tratan de olvidar

y olvidando se ocupan de recordar.

Los “Otoños” siempre fueron confusos para la familia

El motivo; que eran efemérides de parricidio.

Ellos” les dejaron: Fragancias y anhelos de dos.

Uno tan joven, tan diáfano.

Otro tan noble y abierto.

Idealistas nunca cambiaron de credo.

Eran de estambres libres cual flores silvestres.

El poso de su aroma perciben aún en el Hogar

Cuando enhebran el llanto,

el aire se embriaga de suspiros nostálgicos.

Porque al gritar ¡Libertad!

Uno fue exiliado de la vida en secreto.

El otro nunca más tuvo mañana.

Se fueron: NO, en el mismo tren.

Mas hoy sus huellas:

SI, se hallan en el mismo andén.

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