Violeta
El olor a café recién hecho
inundaba la casa
siempre le gustó amargo.
Ya estaba amaneciendo
cuando se colocó
su vestido naranja.
No alcanzaba a explicar
por qué cada mañana
una razón oculta
la llevaba a la plaza.
Esa plaza tranquila,
esa tranquila plaza.
Se sentaba despacio,
junto al lector de bronce,
no quería distraerlo.
Como cada mañana,
le susurró al oído
aquellas dos palabras
“te quiero”
y después un abrazo.
Pensaran que estoy loca
abrazando a una estatua.
La muchacha
Resonó un taconeo
se acordó de sí misma
vestida de gitana,
rompiendo castañuelas.
Ahí estaba otra vez,
la chica pelirroja
con la boina calada
cargadita de libros,
como siempre.
¡Que muchacha!
Esbozó una sonrisa o
¿era una mueca rara?
y se convirtió en niña,
corriendo por la playa,
rodeada de gaviotas.
Buscaba caracolas y
sabe que fue barca.
Una barca de pesca
varadita en la arena,
oliendo a sal.
¡Feliz!
Tenía las redes rotas,
liberó a una sirena.
Violeta
Luego se dirigió
hacia Puerta de Moros,
se tomó otro café
mirando el trampantojo,
en esa casa azul
sabia que había vivido,
tras alguna ventana
reconoció unos ojos.
La mujer
Y llegó la mujer,
venía de San Andrés,
como cada mañana.
Se había soltado el pelo
y acortado la falda
ya se le habían curado
las heridas del alma.
En sus ojos violeta,
pudo ver aquel río
en el que se bañaba
y esos campos de jara
por los que paseaba.
Fue en un pueblo pequeño
de esos de iglesia alta,
lleno de amaneceres
por eso lo añoraba.
Violeta
Y deseó con fuerza,
que encontrará aquel puente
donde su amor llevaba
una vida esperándola.
El anciano
Se dirigió después
hacia el Jardín del Príncipe,
allí estaba el anciano
que anteayer era joven,
le encontró, como siempre,
dibujando quimeras.
Cuando solo era un niño
se olvidó de los juegos,
cuando solo era un niño
abandonó la escuela
fue cuando vino el llanto
y la palabra guerra,
fue cuando vino el hambre,
el frio, la miseria.
Él empezó a soñar
con caballos alados,
con princesa azules
y castillos de arena.
Fue cuando se dio cuenta
de que podía volar
porque encontró unas alas
dentro de su cabeza.
Todos
El volaba,
si el volaba hacía ella
a los ojos violeta
a la barca de pesca.
Yo
De repente entendí
por que iba yo a esa plaza.
Allí estaba mi padre
como cada mañana,
escribiendo poesías
con sus manos cansadas.
Mamen
Hay lugares mágicos, esté es el mío.
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