Hay días en que los límites

se me escabullen,
y es allí dónde te pierdo también
de vista,
y te huelo a lo lejos
también ciega y perdida.
Y cuando nos encontramos en la niebla
yo sin estribos
y vos sin cortesía,
no es que estallen los planetas
solo vuelan mis mandarinas
mientras tus dientes chocan.
Y la noche nos desarropa solos,
yo en mis infiernos y vos en tu asteroide,
o tan solo más allá
de los doce escalones
que conducen a tu cama.

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