Dejo deslizar la última gota sobre mi copa,
Tres cuartos de reminiscencias doradas.
Dulce vino ámbar
Quema mis ojos
Y enmudece mi lengua,
Sodomizando el agobio.
Nenúfares florecen en mi boca marchita,
Tan viva como la mierda fresca,
Secretan almíbar, para sapos y culebras.
Rastreros pululantes en un ágape
De azúcar y sangre.
Entonces degluto lejanías,
Que serpentean como anguilas pestilentes
A la efigie de mi sombra maldita.
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