Como una lista del súper y otros versos

Como una lista del súper y otros versos

COMO UNA LISTA DEL SUPER

Me pediste un poema,

uno cualquiera.

Apuntes fugaces,

como una lista del súper

o de las nimiedades que tenemos pendientes.

Y aquí estoy,

exprimiendo palabras,

que se vuelven rocas en mis labios.

(Tachá el verso anterior, sabés que no cuenta).

Dije que no me andaría con vueltas:

desecharía metáforas,

dejaría de lado toda rima o métrica

despojándome de imágenes,

rebuscando solo en la alacena de lo improbable.

(Este tampoco vale).

Entonces me muerdo la cola

y vuelvo al inicio.

Apunto sólo lo estrictamente necesario,

el tiempo de escasez así lo dicta.

Y escribo.

Te escribo:

Tu lengua.

Tus labios y sus besos.

Tus ojos.

Tus manos y su perfume.

Tu risa.

Tus músicas disparatadas.

Tu ego.

¿Querías tu lista? Aquí la tenés.

De todo y más traeme en cuanto puedas.

Aunque no esté de oferta,

sea costoso

o no haya dos por uno.

Buena paga es el crédito que te di

el dia que nos cruzamos tan desvalidos.

Ahora,

desandá tus pasos con tu lista a cuestas

y volvé a completarme,

que este vacío no se llena solo con palabras.


M.F.

Muchas veces me pregunto

por qué no puedo convivir conmigo misma.

Entro en estados de anarquía absoluta

donde todo el conglomerado de personalidades que me conforman

se disputan mi alma y mi cuerpo

sin conmiseración alguna.

Y yo,

tan auto controlada,

tan cerebral,

me debato entre dejarme arrasar

o pelearme conmigo misma hasta mis propios confines.

Generalmente ganan ellas,

y yo no soy más que esto:

un interminable campo de batallas,

inagotables,

perpetuas,

inconfesables.



NO QUIERO SER COMO ALEJANDRA PIZARNIK

No quiero ser como Alejandra Pizarnik.

No quiero estar siempre abismándome

a mí misma.

Intentando descubrir esa palabra que se entreteje

entre tu mirada

y lo que queda de la mía

No quiero ser como ella, no me tientes,

soy tan frágil,

tan oscura entre tus manos;

lo que hiciste de mí ya te lo comes y bebes,

y lo que resta

se agita así ¿lo ves?

acariciándome lo insano.

De las letras revueltas y los versos

y de las multitudes,

y de tus besos,

me voy a rastras alejando.

Lo que siempre fui, lo que pude ser

a un vidrio raja

y una vena rompe

en una y mil astillas.

Y mis estrellas hastiadas.

Y esta sombra mía no despega.

Y vos en mí. Y yo sin vos,

soy yo + nada.


SÉ QUE TU CUERPO ESPERA MIS RESPUESTAS

Sé que tu cuerpo espera mis respuestas.

Un mínimo gesto.

Una palabra.

Mi lengua humectando tus vértebras.

O apenas un beso

-feliz coincidencia de mis labios

respirando en los tuyos-.

Quizás una lágrima

depositada en tu mano como una limosna de Viernes Santo.

Mis palmas filigranando tus muslos.

Mi espalda quieta

resistiendo el embate de tus dientes.

Una súplica:

que te pida nuevamente

el suplicio de enredarme entre tus pliegues.

A veces una comisura

desplegándose en sonrisa de mujer incandescente.

¿Querés un espasmo,

o un choque,

o una batalla librada en amaneceres?

Tal vez estos cinco dedos

indagando en tus sienes morenas.

Un a-penas truco de magia:

a la una,

a las dos,

a las tres,

que se abradacabre el deseo de una sola vez.


Ya se enciende la noche.

¿O es tu anhelo reflejado en mis pupilas?

Y tu cuerpo me aguarda.

No comprendo tu inquietud de no saber

cómo dar con la entrada oculta.

La llave está en tus manos,

yo soy toda puerta que te espera.



MODO IMPERATIVO

Toma todo sin pedir permiso

y enciéndeme un abismo,

de esos de terciopelo circundado con peldaños

rocosos, resbaladizos, afilados,

desde donde pueda despeñarme sin pena y con glorias

pasajeras, estúpidas pero tormentosamente intensas.

Impera entre mis muslos,

intentando descubrir mi universo extraño

del que desconoces todo,

del que te crees dueño.

Busca y rebusca entre los límites que no tengo,

algo que merezca ser repetido hasta el hartazgo

por tus labios tiernos.

Estruja cuanto puedas desafinando

la canción que se desprende de mis pechos,

transfigurándola en gemidos o pájaros o luciérnagas,

o en cualquier otra cosa que aletee.

Consígueme un amor y úntalo en mi cuerpo

en un bautizo de fuegos y de orgasmos,

incendios proverbiales de sexos inflamados

sin fin, ni medio, ni comienzo.

Inunda mis recodos, disfrázame de sinuoso meandro

que erosione sórdido tus márgenes;

yo prometo sedimentarlos poco a poco con mis besos,

que son de otro, que son perversos.

Moldéame a una medida sin escalas,

solo acepto la mensura de la locura y el anhelo.

Y cuando sientas que el silencio me sofoca

aúlla, grita fuerte, ensordéceme,

procurando que este terror no se me enquiste.

Exígeme mucho, exprímeme toda,

conviérteme en estropajo, en limón o en simple grifo

del que penda esa última gota de deseo.

Y déjala balancearse impune, que ya agotada caiga,

estallando en tus párpados,

peregrinando por tus huesos,

hasta que mi lengua la recoja y la disuelva

entre la fragilidad de tus huecos;

para transformarla en algo tibio,

o en una cruz

o en estos versos.


MODO SUBJUNTIVO

Acéptame como soy, que es solo esto,

un trozo de locura mal llevada

estallada por eternas bulimias y hambres,

un envoltorio prosaico de poemas caducos.

Lo que soy es esto,

no hay más nada.

No te dejes tentar por los falsos fulgores.

Las lentejuelas esconden cicatrices crudas;

las plumas, un corazón a besos agrietado;

la risa, la fragilidad del que se duerme solo;

los ornamentos, un alma en desalojo.

¿Pero quién no acarrea dentro suyo

una muerte, un dolor o un deseo rengo;

aunque esté disfrazado con orgasmos,

aunque esté festoneado con estrellas?

No te esfuerces ni lo intentes, es en vano,

el vacío y la nada pesan lo mismo;

soy campo, cañón de carne, soldado y cuerpo,

de batallas inconfesables y perpetuas.

Y a pesar de ser nada yo te ruego,

que desguaces minutos, que amordaces relojes,

que finjamos amor, lujuria y sueño;

que transfundas tu piel junto a la mía.

Pero las noches y los soles se fragmentan,

y solo queda el polvo,

la aridez,

la seca.

¿No ves mis labios marchitos, mi lengua ajada?

La sed de ser nada, más que sed, es desierto.

Entonces mis súplicas regresan a enredarse en tus huesos,

como rosario reseco de plegarias profanas.

Te pido que me embebas en vos poco a poco,

que me gotees por dentro y por fuera,

haciendo que transpire en mi anverso, en lo convexo,

creando con tu aliento de esta nada,

todo.


NUNCA PENSÉ QUE LLOVERÍA TANTO

Nunca pensé que llovería tanto.

No es que me asuste que llueva al mediodía,

menos a mí, que soy manojo de agua blanda

sólido líquido, toda olas que se quiebran

contra costas de placer y de locura.

Pero tu lluvia me chorreó tan ferozmente,

como un dripping de Pollock entre mis muslos;

o tal vez era Bacon pincelando

con rojas navajas óleo

desfigurando mi silueta de infortunio.


Llovía mares, albercas, lagos, chorros.

Llovía todo, toda me llovía.

Y a pesar de que conozco las mareas

y navego huracanes tormentosos,

no pude retenerte fuerte en mis caderas.

Puta madre

(que soy yo, que no fue otra)

te desprendiste de mí, impulsiva, sin hacer caso,

hasta en eso saliste a mí, hasta en eso,

rebeldía pura en coágulos goteando.


Nunca he visto llover perros y gatos,

pero a veces de trapo muñequitas llueven;

y yo que había olvidado que las muñecas se rompen,

descubrí, entre castillos de azulejos,

que ni el vudú ni la resurrección existen.

Hay lloviznas que no avisan ni perdonan

derramando barbijos, bisturíes y tijeras,

asepsias de aflicciones mal paridas,

tornando un cáliz en aridez y páramo

y en cicatriz un dolor mal descosido.


Cuando dejaste que la escarcha te arrastrara,

y me vaciaste entera,

y me arrugaste el alma…

¿Qué sentiste, mi amor, qué sentiste?

¿Odio, rabia, dolor, este olor a muerte?

Quizás fui yo que no supe escudarte

cuando el rocío se menstruaba entre mis muros,

y más que madre solo fui madera balsa,

un débil trozo torpe

que flotar en tempestades bien no supo.


Decime, nena, ¿cómo es jugar con Jackson Pollock

a vaciar tus peceras en mi lluvia,

purgando mi cuerpo, bañando mis antojos?

¿Cómo hiciste que Monet con dulzura te entregara

el secreto del nenúfar y el estanque,

que me inunda de azul violeta los ojos sin ahogarme?

Nunca pensé que yo llovería tanto, tanto…

Igual bailo prepotente entre tus charcos,

mojada por espinas de colores.

Mirá cómo mis lágrimas de amor en lluvia suben,

recógelas, princesa, en tu pecera

ý viértelas en mí y así sigamos.

hasta que el tiempo en mí se desvanezca.


AMOR AL ARTE

Vos sabés lo que oculta esta costra,

algo que nadie conoce, ni sospecha, ni dibuja,

que en mi piel hay estarcido tanto arte,

si hasta a veces transpiro en colores.

Del Gran Vidrio, Duchamp me hizo célibe-puta- novia,

a vos soltero, que de a poco me desnuda.

No te apures.

Sé que urjo, igual no corras,

no te pierdas el hechizo del despojo.

Mientras voy tensando cables, fibras, finos hilos,

desde arriba te muevo lento y a mi antojo;

soy gasolina de amor y chocolate

inyectando tu motor que de onanismo

entre mis dientes hace alarde.

Pero entonces me convierto en blanca esfinge,

mis alas deseosas batiendo tu deseo,

la cola de león busca la tuya, la seduce

y ella sonríe atorrante enredándose en mis pechos.

Cuando Venus y Bronzino se apoderan de mis lienzos

y mordés de mi boca la manzana,

yo me rio,

sé borrar amor, engaño, tiempo, celos,

dejando solo a tu vista el placer loco.

Soy la Gran Odalisca, en cueros una Maja,

entre mis ancas Courbet desgrana El origen de tu mundo,

ahí Hokusai de tu cuerpo hace un pulpo;

de un pescador esposa adormecida es el mío.

En tu lengua se esconde un pincel de Egon Schiele

que recorre salvaje mis dos piernas,

va tejiendo con saliva medias negras

que sedosas se deslizan por tu cuello.

Pero yo adoro cuando en mí esculpís arquitectura,

del Khajuraho sus obscenas procesiones,

trepo shikaras, asolo tus mandires,

blasfemando al noveno mandamiento,

mientras mis medias se secan con tu aliento

y entre tus dedos ignífugos se enganchan.

Mas vos sabés lo que Marcel Duchamp en mí provoca,

y nos bajamos

y de nuevo lo buscamos

y del colchón hacés toda una Cascada.

Vos, mi voyeur, fisgoneás por las mirillas de mi puerta

aunque sepamos que con mirar no nos alcanza.


Não exijas mais nada. Não desejo

Também mais nada, só te olhar, enquanto

A realidade é simples, é isto apenas.

M.Andrade

Otra vez el móvil

Silenciado modo off.

Vibra con el tono “tristeza beep alarm”

(¿Por qué siempre los sábados son punk rock y los domingos tan blues?)

Un mensaje tras otro, tras otro, tras, otro y otro.

Reenviados

La foto porno, el chiste fácil, el zulú desmesurado.

El meme de moda.

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El audio interminable, la imagen pesada que tara la descarga.

El gif predecible.

Copia; pega.

La cadena de oración, la de la suerte, la de la amistad tan profunda como un dedo pinchando la pantalla, la de la desgracia (Desgracias son las desgraciadas putas cadenas)

“Leelo te va a encantar”.

Emojis o emoticones o como mierda se llamen

ornando los versos de un ”alma que tenía prisa”.

Me río de nosotros,

de las ráfaga de chats replicando la voz de Andrade.

Leelo te va a encantar”.

La hipocresía al alcance del botón de enviar.

¡Que levante la mano quién leyó a Andrade!

A Mario, no a Oswald (al menos a uno sería un avance).

¡Qué levante un pulgar de me gusta el que sabe dónde está el talismán de Macunaíma y qué fue de la Paulicéia Desvariada!

Navegando a 4G.

I like, I like, I like, I…

Siempre tuviste razón:

La realidad es simple/ es esto apenas

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