¿Y si fuera hoy mi último día?

Sí, podría ser ¿por qué no?

Yo no controlo los relojes. No nací de la misma naturaleza que los suicidas. Aunque me gustaría depender como ellos de una decisión propia, de una resolución premeditada, de una valiente cobardía. ¿Quién lo diría?

Sí, podría ser. Hoy podría ser mi último día.

Pues que se gane el jornal la Parca, que no se ría al encontrar su quehacer medio dispuesto por haberte querido en demasía, por alimentarte el vuelo y desalar mi vida, instante a instante, en favor de tu acezaría.

O te suelto o me arrastras, amor. Y escúchame bien, de mil amores lo consentiría como te he consentido por años. Juro que lo haría si no fuese porque esta noche, mientras dormías, un ángel rescató mi corazón de entre tus manos, y con voz de anuncio dijo: «Piensa en ti, María. Piensa que esta podría ser la última noche y mañana el último día.»

Me duele dejarte. Me duele en todo el cuerpo porque el alma la perdí contigo y casi no tengo aliento. También te lo di. No me arrepiento.

Despiértate. Quizá hoy pueda darte una alegría. Podríamos morir juntos. ¿Por qué no?

Hoy podría ser mi último día.

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