Placebo
Esto no tiene fecha de inicio, tampoco fecha de caducidad,
porque el amor es infinito, más, que la noche y la soledad.
El sol, sólo sirve para el día, la luna indecisa, siempre está;
y yo, me debato entre las teorías, si son mentira,
o cumplen con la verdad.
Esto no tiene ningún sentido, causa de muerte, una maldición,
si el amor no puede ser prescrito, con un placebo es la solución.
Causa de muerte, mi suerte, causa de vida, mi perdición,
esto no es más que la vida misma,
de la sombra del mundo que me pario.
Absolutamente
Mi absoluto espacio, mi absoluta historia,
anhelo y sosiego, dos versiones de mí
que no comparten el mismo espacio
ni entienden de razón o corazón.
Mi absoluta caridad, sólo parte de mi ego
no de la realidad o de la necesidad de ser
más que una sombra; o una diáfana epopeya
de absoluta libertad.
Dejar de ocupar sólo un espacio vacío
un derecho o una parquedad de la infinita existencia.
Para que alguna vez, en un cuento o una leyenda,
forme parte mi ser, algo más que leyendas,
algo que no muera; mi absoluto ser,
mi cuerpo en palabras escritas
con tinta en papel.
Mi Nena
Me veo sin ti mientras observo, como se te va la vida.
¿Quién diría que serias, más que una mascota?
Mi compañía.
Siento, que no te quieres ir, que mi dolor te hace insistir,
te vuelve guerrera y valiente;
y a mí, eso me hace parecer dependiente de ti,
comodona y egoísta, por no dejarte partir.
Quisiera verme sin ti, para poder desear tu partida,
sin culpa, sinfelonía;
con la firme convicción que es para ti lo mejor.
Once años, se dicen fácil,
pareciera, que apenas ayer en la calle, robaste mi corazón,
con juegos entre banquetas, coches y hierva,
ganaste un sitio que mi vida complemento.
Gata callejera, mi Nena, mi amiga
mi compañera; no esperes por mí,
te amo demasiado, para verte sufrir.
Niños robots.
Se han perdido los niños, los inocentes de corazón;
los que entre sueños jugaban con amigos, mascotas,
o papalotes que van al sol.
Atrapados en un muro de pantalla,
distraídos de lo que pasa a su derredor;
no escuchan, las voces del pasado,
apenas se auscultan como ecos ahogados
los libros en el cajón.
Son las horas más tristes de un balón,
de una muñeca que desea llegar al corazón,
de niños que se pierden de lo bello,
lo ordinario,
de algo dado con las manos o con la voz.
Los que han sido envenenados
por la tecnología y la idea tan precisa,
que reduce un buen juego de mesa
a ser obsoleto y sin estrategia.
¡Nos volvimos tan obsoletos!
Los que nos gusta mirar las cosas como son,
oler el aroma de una flor,
caminar por el bosque o cantar a todo pulmón.
Si una maquina ahora es su voz,
si se dejan ver, por el ojo de un monitor:
así no son, los niños de mi pasado,
los que gustan de la tierra y el lodo
los que juegan y disfrutan un asado.
Los niños de hoy, ya no tienen voz,
objetos de su avance tecnológico son,
niños sin risa ni dirección, niños robots.
Verbigracia
Gregario y resuelto a nada,
a la demagogia de las mentiras y las ya esperadas farsas,
a lo que cada quien excede y disfruta de la llamada arcas.
Hacer política en estos días no vale de nada,
las armas sangran, y esperan en cada esquina,
a las presas más débiles que serán sus víctimas,
y por las que nadie, hace nada.
Y así, redimen la lágrima del desgraciado,
con la burla abierta en los labios y pidiendo hoy ayuda,
para mañana dejarlos olvidados.
Verbigracia sería, si los dejamos por su lado,
en lugar de confabular con los nombrados,
un voto de silencio, no más pagos de impuestos,
y hasta dejarlos aislados con sus propuestas y pensamientos
de autoritarismo y tiranismo disfrazado.
Todo es una argucia bien planeada,
el que pelea por la verdad, el que realmente ama a su patria;
no se sirve de ella, se entrega sin pedir nada,
no vive de caridad, sino del sudor de su frente,
y no pelea por un puesto, o se aferra al mismo sistema,
que está podrido hasta la raíz.
Verbigracia sería, contar con la idiosincrasia
de los hombres y mujeres que representan la igualdad,
la voluntad del pueblo, la voz del conocimiento general
y la idea precisa de lo que es, la verdadera libertad.
Viviendo sin ti
Estoy partida en dos,
por un lado se dónde estoy, sé que camino y respiro;
siento mi persona, pero hay mucha ausencia en mi interior.
Todo lo que hago es con un propósito,
de volver a ti, de estar contigo
y guiarte en cada paso que des.
Me duele la ausencia que yo misma creé,
me duele la idea de no verte otra vez
y que camines por caminos errados
que provoquen en ti un dolor innecesario.
Y no sé si soy yo, la que te ha llevado
a actuar tan inconscientemente,
o el hecho que tu progenitor no tenga
la suficiente paciencia para hacerte entrar en razón.
Estoy partida en dos,
la insuficiencia del pensamiento me deja sin voz,
y sé que estoy aquí, a kilómetros lejos de ti,
a donde mi corazón viaja constantemente;
y, donde quedo mi vida en pausa,
por una mala decisión.
¿De qué me sirve?
¿De qué me sirve tener senos grandes,
si sólo despiertan tu morbo?
Si para mirarme, bajas tus ojos,
y no vez cuando te hablo.
¿De qué me sirve tener labios rojos,
si lo único que pides es que sacie tu deseo?
Y yo, me quedo ardiendo en el fuego.
¿De qué me sirve tener un cuerpo,
si miras todos los que pasan?
Y cuando estamos solos,
no me tocas, no acaricias ni mi alma.
Frente al mundo me das la mano,
todo un caballero atento y gallardo;
pero, en la soledad, con tosquedad me tocas,
es tu forma de creer que me has ganado
y así, no me siento tuya,
simplemente no despiertas ni deseo ni pasión,
execrable es tu razón y tu conducta.
¿De qué me sirve decirte amor? Si me tratas peor que puta,
mucama, mesera; pero nunca mujer de amor.
Mi Dios
¿Te has preguntado alguna vez, si las estrellas son sólo una ilusión?
Si el cielo que miramos, no es más que una manta pintada
y que el sol y la luna, son los rostros de dos seres
que se burlan de nosotros; y en consecuencia,
lo que sentimos, lo que vivimos
es el juego malvado de, un
dios sin corazón.
Si miras para arriba, todo se extiende a tu rededor,
si miras para abajo, todo se vuelve inferior;
pero, si miras para adentro,
todo cobra sentido,
se entiende,
mi Dios.
Sentidos sin sentidos
No me hace sentido lo que siento,
me trastoca el pensamiento inconmensurable de deseos,
en una vasta ideología de géneros me pierdo;
y, el estímulo se convierte en un verdadero infierno.
Mi oído sirve para arrebatar las ansias y el silencio,
es la fuerza que estimula el movimiento de mi cuerpo,
con la música, con la melodía que hace juego
con el mutismo de cada verso.
Mis ojos me dan más penas que ganas,
por más que trato de buscar la dirección contraria,
a lo que es perverso, insulso o incierto.
Mi boca, sólo sabe decir lo que al parecer es miedo;
los temores que alguna vez sentí,
y que ahora deberían ser parte de los recuerdos,
del pasado que mengua mi espacio vital,
que no estimula las ganas ni los deseos.
Y ni qué decir del olfato,
todo lo que pasa por él, parece innecesario;
por más que aspiro a sentir por dentro,
ni fuerza, ni fuego,
ni flor que me llene con su aroma encuentro.
No me hace sentido lo que siento,
por más que trato de encontrarme,
no me siento.
Un día cualquiera
No vacilo, no persigo ilusiones,
no desato sentimiento autónomos o de amor propio,
que alimenten egos y desaten la soberbia o el orgullo.
No reto al destino a darme sucesos por adelantado;
no busco respuestas, donde los necios o insensatos,
creen ver su camino y su verdad.
No me fío de ningún hombre, ni siquiera de mi misma; pues,
hasta yo me he mentido, y he tratado de salir por la puerta angosta;
pensando, que así, podré salirme con la mía
y lo único que he conseguido,
es arrastrar una pesada cruz de dolor, remordimientos y dos hijos;
y sé, que de ella descansare, cuando la verdad se sepa
o cuando me haya ido.
Pero a todo esto, no lloro ni me atormento,
cuando sea el momento apropiado, en el momento preciso
ni tarde ni temprano, podré soltar mi pesada cruz,
dejarla en el camino y seguir sin ella.
No temo por el futuro y no todo el pasado, es pesado,
mucho de ello, ya lo he dejado allí, donde pertenece;
veo, que no todo está mal, si en algo me equivoco
sé que lo puedo cambiar o mejorar,
en eso me concentro cada día.
Sólo unas cuantas cosas necesito;
un amanecer, un despertar
y un nuevo día, tener, para amar.
Mujer quimera
Violencia parda y juicio tapado,
si ante el vientre herido queda una cicatriz;
no muda como las serpientes ni hecha raíz,
pero todos la llaman “mala hierba”
y para la noche, no tiene donde dormir.
Se pinta inmaculada, siendo flor marchita,
esquiva las dudas pintando fantasías,
y sabe esconderse, entre lápiz y papel.
Ni gala, ni aurora, ni presa o melancolía;
no sabe de amores, no sabe mentir.
Vive, como mujer quimera,
como azul de cielo, como estrella fugaz;
a nadie le entrega más que su cuerpo,
por eso es señalada como “mala hierba”,
pero a ella, no le importa ni le inquieta.
Ella, sabe dimitir entre lo que es y,
lo que nunca será.
Mi ganancia
Un poco más de nada, es suficiente,
para poder decir, que no he perdido,
que no me ha sido tan extraño lo tomado,
que he dejado con las manos abiertas
todo lo ganado, y he vencido
la estoica presencia de tu adiós.
Las flores que no diste, las perdiste,
las promesas no cumplidas, no son heridas,
las serenatas olvidadas,
son las melodías que escucho hoy;
por mí, y para mí con amor.
De lo perdido, lo ganado,
así lo decido yo; pues,
si lo que me diste, no lo extraño.
¿Será, que mi libertad es,
lo que anhelaba mi corazón?
A la voz de ¡Ya!
¡Basta ya! De ser víctima o victimario,
de soplar esfuerzos sin caer a pedazos,
de vivir con la zozobra de lo que puede ser
y no se ha logrado.
¡Basta ya! De ser divididos como extraños,
de creer que el zodiaco, que algún dios
o el sentido de los años;
nos darán la posición de ser o estar
en diferentes estratos sociales,
que lo único que hacen,
es sabernos cada vez más alejados.
¡Basta ya! De que si es negro o es blanco,
si la partida del mundo por países y fronteras,
nos han brindado mejores cosas,
¿por qué seguimos peleando?
Que si es tuyo o es mío, nadie que ha partido
se lo ha llevado.
¡Basta ya! De jugar a ser Dios,
de avanzar sin ayudar, de ganar sin comenzar la carrera,
de buscar ventaja sólo para demostrar
que somos más que los demás.
¡Basta ya! De contaminar el mar,
el cielo y la tierra; de acabar con las especies
que anhelan una vida plena y que por falta de juicio
les quitamos su esencia, su brillo,
el derecho de estar, en esta misma tierra.
¡Basta ya! De ser metralla y bandera,
de prometer sin cumplir, de lastimar y huir,
de ser sólo palabras; cuando debiéramos ser,
las acciones que nuestros pensamientos generan.
Caminar con paso firme, para conquistar estrellas
y no morirnos, en un solo planeta,
a la voz de ¡Ya!
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