ATRÁS

Dos sombras se desprenden del cuerpo,

Una adelante, otra

atrás.

Atrás

Camina el olvido,

adelante

el recuerdo.

Prefiero perseguir,

No importa que el olvido me siga.

Atrás.

Camino rápido,

Le tengo miedo al

olvido.

Atrás

Es haiku que no leo dos veces,

Para que no termine;

Atrás

se queda,

ella.

Me doy vuelta

la persigo,

Ya no más atrás,

ella.

Adelante y leo dos veces su torso.

Desde atrás

Ya le dije que era un haiku,

Sigue en la sombra.

No se revela. Atrás

Las dos.


TOLVANERA

Vos has salido en busca de la luna,

pero las nubes juegan a esconderla.

Vos escondes tus lunares del mundo taciturno,

tolvanera de estrellas oscilantes del firmamento.

Vos nube que oculta tus pieles:

–una noche te desnudé,

tolvanera de pasiones;

en busca de tus estrellas,

se camuflaron dentro de tus nubes.

Oscilante los lunares que se forman igual a constelaciones.

Cuarto menguante,

se ocultan las manchas,

vos que salís en busca de la luna,

me dijiste al oído lo que dos hojas en fricción gritan desde los árboles.

Me llevaste a tu cuarto,

ocultándome como nube a la luna,

como vos a tus lunares,

como Kirchner a la devaluación.

Como penalización a la marihuana.

Yo en cambio sigo buscando tus lunas,

tolvanera de pasiones;

lunares que descubro cuando las nubes pasan.

Cuando pasan y bajas la guardia.

Ven vos conmigo y busquemos tus lunas.

Ellas se oculta y yo no las dejo,

porque ya hice pacto divino.

Con ella,

con la luna que manda,

porque le pagué con tus lunares,

porque ya me devoré sus manchas en luna llena.

25- 01- 2016 Vicente López – Argentina


LUEGO LO LEO

El reverso sin reverso,

de verso en verso me reverso

no rezo.

Me entrego y no creo,

lo que creo es un decreto

que rezo como credo.

Y me miras,

Yo rezo, creo y no miro,

Ella es verso en el que no creo.

Y me engulle como presa,

en la represa sangra el cordero,

alimento el reverso,

doblo la pestaña

paso la hoja.

LADRA LA PERRA

¿En cuántas camas terrestres e de reposar?

Se pregunta la espina dorsal ya adolorida,

En innumerables lechos la perra se ha postrado

aullando la mona,

dejando sus pelos,

mezclándose en un popurrí de pulgas ajenas.

A la perra hoy la castra la moral,

no es el resuelle animal el que la intimida,

es sentirse gato cuando está por aparear.

En las vísperas del juego,

turuleta camina por cualquier matorral,

su espina flaquea y la tumba.

No hay nada de mal en querer retozar.

No… No la mires mal.

Que de seguro tu madre

tiene tanto de ella, como Sor Juana Ines

de revolucionar.

Revoltosa es la perra,

que sí sabe cómo llegar.

Empujando un desmande, que no tiene por qué ocultar.

¡Ay, qué doble moral!

Aguanta un cachito y entra en la cama

que ya todos se van

a comulgar.


PAISAJE

El llano abdominal me enruta

Hasta la superficie que resguarda

la esfera saliente:

sol tangible

sol hinchado

sol que quema yemas

sol dispuesto.

Astro húmedo]

Dos montañas apenas disimuladas

esconden la circunferencia

henchida por la bruma:

bruma en pasto

bruma en solsticio

bruma artificio

Se abre la boca del canal,

los lagos secos

vuelven con torrentes devastadores.

El sol combustiona las aguas:

agua turbia

agua en estado de hervor

agua en parcelación

agua en rocío.

Y se aprietan los montes,

el sol sale fulminante

sacrificando su escondite

convirtiéndose en luna:

luna rumiante,

luna palpitante

luna tersa

luna llena

luna menguante.

Claro de luna,

paisaje devastado,

silencio

ahora duermen]

SOBRAS DE MI

Vengo con los ojos espinados,

con los labios marchitos,

con bruma en los versos,

con un gusano en la panza.

Me bebo a mí misma,

me como en ansias,

me escupo la cara,

me presto un pañuelo.

Camino agitada por la vereda de enfrente,

tocando el pavimento,

rastrillando los dedos

como tiza en pizarra.

Madurando a golpes,

chillando como cerdo

vomitando mariposas

escudriñando cuerpos ajenos

Salpicada por frases hechas,

esgrimida por miradas perdidas

viajera de infinitos lechos

pechos que me apuntan,

escupiendo discursos aprendidos.

Vengo con los ojos espinados,

con arrugas en la lengua,

con los dientes quebrados

de aguantar como presa-

Vengo con los ojos espinados

Mirando mujeres

Que no dejan de hundir más

Y más

las espinas.

I

Unos besos de otros rumbos

hicieron patria en mis labios,

crearon un idioma y luego lo defendieron,

se crearon

enverbosados.

Familias enteras se congregaron,

colonias,

hicieron asentamientos, cavaron pozos,

deshierbaron la dentadura,

limpiaron las costras pasadas

y en las comisuras

canalizaron saliva devastadora.

Corrompieron mi habla*

Me miraron por dentro,

escudriñaron en mis vísceras,

con esos hilitos de baba que no tuve más remedio que tragar;

campamentos enteros jugaron rayuela

en mis papilas.

Los acentos se mezclaron,

un himno nuevo declaro su política.

Mierda,

Solo mierda predicaron…

Esa mierda que enamora el oído ceroso.

Y murieron los besos y nacieron sin parto

los mordiscos,

los colmillos se afilaron para chupar

lo que reclamaron suyo.

No se alimentaron de sangre, sino de baba.

Se alimentaron con la baba de batallas de antaño,

derrocando otras patrias,

otros clanes, nombrando de nuevo,

salivando en su idioma,

como araña que enrolla en su baba la presa:

rollo que luego comerá para hacerse más fuerte.

Unos besos de otros rumbos,

rancharon en esta boca carcomida por otras,

deshollinando la tráquea,

sacando el polvo, el miedo;

haciéndolo un montoncito y ahí

clavaron bandera.


II

Te miro desde la orilla.

Desde la orilla donde reposa

el mirlo que cada tanto pavonea sus alas.

Galante su danza sobre las gotas del rocío.

Tu solo lo miras de reojo.

El mirlo vuela,

tu regresas.

A casa quizás

Yo en la orilla,

pongo carnada para mirlos,

así me aseguro de que la escena no se gaste

Y yo conserve tu reojo.

El día que ella entienda la obra,

dejará de observar al mirlo y cancelará

sus visitas al museo

III

Mi cama que pretende ser tu cama,

Para que entres haciendo eco,

pasos que rompen la catedral.

calma la cama quien sus sabanas recubre

con vanidad.

Ésta mi cama que con calma me recibe,

te inquieta la calma,

se estremece la almohada

se

pone

vertical.

Que se pongan de pie las mantas,

danzando

te acurruquen

cuna del que se está por procrear,

para nunca nacer.

Porque tiene doble placenta;

mujer:

quien entra en mi cama, nace

para marchar

al amanecer.

Rojos los rostros,

se abren las sábanas, me pongo a peregrinar,

como peregrina, camino en tu cuerpo

atravesando el mar abierto, mientras me robo un pasaje sagrado

que calma la cama del banquete, y de banquete en banquete me ha de alimentar.


IV

Fíjame el dedo en el abdomen

en el ombligo

Conéctate a el

fija la mano

máquina conectada a la luz.

Una corriente ligera

y

si hago silencio

escucho el voltaje

los latidos

quizás.

Fíjame el dedo

decile pupo

pulpo

ombligo

nudo

meollo

Amárrame a ti desde la vida

[Cordón]

Con C. Fiaño

Santiago de Compostela

20 – 03 – 2018


V

Muerte a la puta de dentro

muerte al amante

muerte a mis miembros,

a las tetas,

muerte

hasta el hartazgo

disección al discurso,

muerte a las múltiples voces

muerte por poetizar.


DESTIERRO

Solo hay cinco casas en la montaña,

luego el valle se extiende seco,

digno de polvaredas.

Evo cosecha palabras, mientras los cuervos

sustraen promesas para criar Gallinazos,

Gallinazos que buscan comida sobre su destierro.

Hay cuatro casas en un pueblo,

cuatro familias,

allá en la cordillera no se puede sobrevolar

la carroña humana está en el altiplano,

viajando de a cinco. Indiferentes,

tomando los paisajes que Evo ofreció.

Hay tres casas en el terreno sombrío,

otra familia más que abandona;

La más numerosa no puede,

es difícil levantar el vuelo con cinco carroñeros,

que se deben alimentar, alimentar de destierro.

Hay dos casas en el altiplano,

las ovejas ya se las llevó el Zorro,

pasó vestido de indígena,

oliendo a campo, prometiendo lo nuevo, Evo.

Dejó piedras en la entrada de las otras tres casas,

para que no entren los pequeños Gallinazos,

que quedaron en las casas.

Las otras tres casas dejaron las piedras en la puerta,

para que no las habiten y extiendan su estirpe,

para que no haya destierro sobre el destierro.

Hay una sola casa en la montaña,

y está por apagar la luz,

por apagar el mechero.

Los pequeños Gallinazos quieren dormir

ya no es hora de pedir.

Pero antes se comerán las galletas

que un viajero les regalo.

Que un viajero les regaló para,

ocultar el destierro, liberar su alma, y sentirse buen viajero.

Diciembre 30 de 20015 Oruro – Bolivia

NARANJAS.

Naranjas amargas en la vereda,

Raudo y veloz el viento

Pasa.

El aroma recubre la avenida,

mientras los árboles extienden

su alfombra de hojas secas por la vereda.

El amarillo sobre sale de los árboles,

asomándose como docenas de postales

Imágenes amanecidas.

Los árboles en muda apuntan sus ramas,

bombardeo seco,

vientos del norte,

la horqueta se humedece.

Naranjas amargas que solo sirven para dulce.

Pan con mermelada.

Tantas naranjas en el árbol

como pensamientos en el vago

caminante.

Se pone la mesa,

La niña se grita mujer

el árbol mira desde el cordón,

comiendo callado.

El fruto cae,

Se abre la vulva,

el barrio estornuda

Pasa la hoja,

en un deleite matinal se tiende la mesa,

copulan los sentidos.

Guiñen el ojo las naranjas

Se comparte la mesa

como lo dicta la religión.


ORDOÑEZ

Hay un hombre enfermo que avienta con soltura sus pañuelos,

la vereda mece su estela, jugando con el lloriqueo del enfermo terminal.

El viento le susurra que todo está bien, mientras los chicos lo atormentan

haciendo croar sus pañuelos.

En momentos con soltura se envuelve en un vaivén,

meciendo las palomas que vienen a molestar.

Ordoñez,

en la vereda de la sombra está, con bajo perfil,

escondiéndose del señor de negro que lo viene a usurpar.

A veces sus estornudos ruborizan el tránsito,

coloreando de rojo las calles de pedimento gris.

El café con leche se vuelca sobre la alfombra,

mientras los estudiantes se bañan con él.

Hay un hombre enfermo que avienta con soltura sus pañuelos,

pidiendo misericordia a la dama de velo que lo mira,

respira y delira.

Es la vereda que mece sus pañuelos, besando con ternura,

el rostro que deteriora su color.

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