FURIA
Los elementos de la naturaleza
manifestando su furia
de manera alternada y conjunta.
Árboles fuertes y sólidos
arrancados como hierba.
De manera selectiva, como jugando:
éste sí, este no.
Luego de una estrepitosa pasada
el viento se repliega en las montañas
unos segundos y vuelve
con más fuerza, como sí quisiera
despejar la atmósfera
de tanta maldad, tanta ignorancia.
Lluvia copiosa acompaña la limpieza.
Rayos, truenos, agua torrencial.
Así mismo
en el interior del hombre
los elementos revolucionados
intentan sacar la escoria atesorada
por siglos.
Gritos. Intemperancia.
Mal trato. ¡Furia!
Furia interna manifestada en el diario vivir.
Controlada, replegada por momentos
como el viento.
Para salir con fuerza a la menor provocación.
Pura personalidad, pura pasión terrenal.
Descontrol. Odio.
Gritos. Egoísmo
reinante e imperante en este ciclo.
El éter insuficiente, débil
no alcanza para lubricar la mente
y ésta funciona oxidada
quejumbrosa e inservible.
El sentimiento verdadero
preso en los ventrículos
es apretado hasta asfixiarse
y desaparecer.
No hay lugar para lo bueno, lo puro.
No hay lugar para la comprensión
la compasión.
Sólo sangre impura para
alimentar cuerpos impuros…
Y ahí va la maquina humana
despojada de lo esencial.
Y así va, creyéndose superior
a los demás seres.
Admirando los bienes materiales
y a quien más posee.
Bañados en lujuria y vanidad.
Alimentando vicio tras vicio
acumulando sufrimiento, enfermedad.
Ciegos al dolor ajeno, atrapados
en sus negros pensamientos.
Creando demonios astrales que
arremeten contra ellos mismos.
Día tras día, siglos tras siglos…
Sigue y sigue la tormenta.
Esperando y deseando
que en algún momento
en alguna vida
se disipen las nubes y brille nuevamente el sol…
MI LOCA BUENOS AIRES
No sé si me extrañas, pero me conoces.
No sé si te acordás, pero me viste andar.
Andar con rumbo fijo, asiéndome a tu ritmo.
No sé si me extrañas, pero me conoces.
Yo soy de Córdoba ¿sabes?
Y anduve por tus barrios, y conocí tu gente.
Tu loca, loca gente.
Después de tantos años, ya hablo tu tonada.
Ahí crié a mis hijos, de allí se fue mi compañero…
No porque no te apreciara, se fue para su estrella.
Tal vez a esa… Tan bella.
Aprendí muchas cosas en los lluviosos días.
En las cálidas noches.
De ese verde intenso de tus hermosas plantas.
De ese andar de prisa.
De ese pensar presto.
De ese sentir breve, para que no te duela.
De ese acostumbrarte al egoísmo incierto.
A la verdad desnuda, que te endurece el alma.
No sé si me extrañas, pero me conoces.
No sé si te acordás, pero yo sí me acuerdo…
Porque a fuerza de llanto y sonrisa te hice mía.
Y bajo el cielo azul, mirando las montañas
en mi corazón te guardo
mi loca Buenos Aires.
LA DAMA DE NEGRO
Cual enigma y acertijo
todos saben que ahí está.
Nos espera.
Nos observa.
Con paciencia y claridad.
Los poetas la veneran.
Los filósofos la estudian.
Los muy pocos la comprenden.
Y los muchos la repudian.
Ella es la que nos lleva
a la verdadera vida.
Nos acoge con su manto
quita el velo de los ojos.
Lo que fuimos
lo que hicimos
ciertamente lo sentimos.
Atribuimos al destino
lo que nosotros construimos.
Nos conduce hacia el lugar
que forjamos al actuar.
La hemos visto tantas veces
y jamás la recordamos.
A ella nunca le oramos.
Pensamos que la esquivamos
creemos que la burlamos.
Pero siempre, en cada vida
en sus brazos terminamos.
OPUESTOS COMPLEMENTARIOS
El sol declinaba fundiendo su cuerpo
en la madre tierra.
Anaranjado intenso, con fuertes matices
de rojo y dorado, furiosos pintaban
el agua del mar.
Una suave brisa surcaba el espacio
entre dos palmeras que hacía danzar.
Debajo de ellas: Juan y Josefina
juntados sus hombros mirando a la par:
– ¡Oh! Bella dama, impávido observo.
Os he elegido para compartir
en un tierno abrazo, el instante exacto
de la unión sagrada del sol y la tierra.
Del cielo y el mar.
¿No os parece fatuo este atardecer?
Arrogante en belleza nos conduce al llanto.
Llanto que venero y no he de cesar
hasta que su boca de mujer radiante
se pose en mis labios, sedientos de usted.
<<¿Qué le pasa a éste?
¿De qué «Os» me habla?
¿Se refiere acaso al Mago de Oz?
Que la unión sagrada
del sol y la tierra, del cielo y el mar.
¿Se me está tirando?
¿Insinúa acaso algo que no sé?
¿Mi boca en sus labios?
¿Qué me está diciendo?
¿Por qué habla tan raro?
¿Qué le digo ahora?
No era así ese día que lo conocí.
Yo me quedo muda
que divague sólo
cuando coma algo
se le va a pasar.>>
– Por qué callas, dime
dama de mis sueños.
De corazón tierno, cabellos dorados.
Me embriaga tu esencia
soy pleno de ti
eres mi alimento, mi principio y fin.
– Que decirte Juan, ante tanta cosa.
No entiendo un comino.
Mi pelo es castaño, no rubio dorado.
Odio la poesía, melosa y fingida
de lenguas falaces que con puro cuento
adorna el oído y no trae sustento.
No arropan a un niño
ni dan en la casa mínimo confort.
Traje milanesas, obvio de semillas
nada que ojos haya tenido
será en mi estómago admitido.
Por tu porte recio
tus músculos firmes y fuerte mentón
por si acaso traje, un cacho de carne
con papas asadas, tomates también.
Casi una ensalada, no bien combinada
pero muy sabrosa, lo veras ya bien.
– ¡Josefina Hermosa!
Tú sí que bien sabes de cosas concretas
de ese equilibrio que debe existir.
Mi abuelo me dijo, sabio y contundente:
«Si quieres el alma
de un ángel rozar
háblale en poesía
sutil y sentida.
El más bello idioma
que existió jamás.
Pues sale del prístino
origen del Verbo
se plasma en los vientos
y flota en el mar.”
– De esto yo no opino.
También traje vino. Blanco con burbujas
por si nos quedamos, tal vez, a brindar.
Él comió la carne, ella las semillas.
Y también brindaron.
Un silencio eterno flotaba en el aire.
Ambos repararon: no eran afines
muchas disonancias.
No había armonía en esa canción.
Cada cual su ruta.
Hasta el tercer día…
Juan se levantaba.
Su estómago clamaba, por algún alimento
que él no encontraba.
Se fue pensativo, algo compungido.
Una fuerza extraña lo llevaba al mar.
Ella se miraba mientras se peinaba.
De dorado el sol sus cabellos pintaba.
Salió Josefina, plena de poesía.
Henchida su alma
comprendió la esencia de aquellas palabras:
«Yo soy Tierra, Él es Sol.
Divididos para ver
en la unión.
un mismo Ser.
Nada es uno sin el otro.
Nada el otro sin el Uno.
Sin los dos
no hay ninguno.
Dos principios
que en acción
manifiestan Uno en dos…»
Llevaba en sus manos
un poco de fiambre.
Un pan, dos manzanas.
Tal vez en la playa con Juan se cruzara…
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