La locura no es tan mala como parece,

Es cierto que puedes escuchar voces

Y ver cosas que no están allí,

Pero ¿Qué más da?

Hoy fui a la iglesia,

De rodillas le envié un mensaje a Dios,

Dicen que él siempre nos escucha

Y yo espero que escuche mi petición,

Lo hice con el corazón en la mano

Y el alma en la otra.

Me senté a beber,

Si yo fuera mi hígado me odiaría,

No sé cuántos litros tengo encima

Pero creo que son los suficientes

Como para estar cuerdo.

Saqué mi cajetilla de cigarrillos.

Y efímeramente se fue yendo

De uno en uno,

Con cada bocanada todo era más simple,

Con cada cigarro todo era más sereno,

Con cada cajetilla estaba tranquilo.

Alisté mis canciones anticuadas,

De esas viejas en que los viejos

Recuerdan gracias a sus arrugas los viejos tiempos,

Una tras otra

Formaban de a poco el diluvio

Que brotaba de mis ojos

E inundaba mi ser.

La locura no es tan mala como parece,

Pues vago por las calles,

Viendo cosas que ahora ya no son,

Tú con tu lindo vestido agarrada de mi mano

Y yo, con una sonrisa de oreja a oreja,

Alucinaciones turbias, que son el precio por entrar,

Al manicomio de tu amor.

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