Si quieres,

nos vamos

ya, ahora mismo

dejándolo todo,

robando al sol sus rayos

quemando las lunas

con sueños.

Si quieres,

nos quedamos

así, como siempre,

amándolo todo

viendo correr el viento

arrancar las hojas

de nuestros días.

Si quieres,

lo dejamos

pero entonces la mentira

llama ardiente,

nos consumiría.

Entonces, amor mío,

nada sería para mí,

porque todo es por ti.

Entonces bajo tierra

los gusanos del absurdo

absorberían de mí tu vida.

Pero si esperas a mi querer

que vuela bajo

y se hunde

entre tus abrazos,

que está enfermo de deseos,

morirán contigo

mis esperas de papel

en días de lluvia.

O si nuestras voluntades

deciden dejarnos,

húerfanos,

el uno del otro

se desplomarán los sueños

en cráteres de lunas.

Aunque sean largos

los quereres

tejidos de esperas,

como los soles

de tardes estivales

son como raíces

perennes

siempre en crecimiento.

Son largos

por ser tuyos,

tan largos,

que el firmamento revienta

al contenerlos

y los dispersa

en ceniza estelar

llenando la eternidad.

Y la espera distanciada

nos absorbe

con su magnética mirada

vértigo de ansias

no colmadas

no todavía.

Y es el vértigo

la columna

donde descargan

su peso

nuestros segundos,

que van contando

el tiempo que nos queda,

para tenernos

eternamente.

Círculos grises

de arena,

dunas doradas,

espejismos

de propósitos desérticos.

Y así corre

la tormenta del estío

tapándonos los ojos

ahogados en polvo

esperando que duerma

el apasionado viento.

Y así,

dormido el viento,

mecida por la brisa

suave de tu amor,

fermento de delirios,

no sabiendo nada

más que tú,

viéndote en todo

saboreándote

respirándote

así

si quieres

nos vamos.

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