Deja las manos, donde pueda verlas
y enjuga tus lágrimas
ante los rayos del sol. Que la nada convoque
fuerzas
que ni tú ni yo
conocemos.
Que se muera el amor.
Y las caricias.
Y tus ojos…y la luz de tus ojos.
Deja tu corazón adonde pueda tocarlo.
Vete. Nadie reclamará este dolor…
II
Y a veces, en la triste reflexión de mis desvelos,
juntando de a pedazos la esperanza,
contemplo, perdido y somnoliento,
la tarde que al calor del sol, se abraza…
Retengo en mis pupilas, tus pupilas.
Y encuentro entre tus besos,
Clavados como lanzas,
los últimos latidos estridentes,
de este amor…que pasa.
Que se lleva la luz,
Que arrastra mis ansias,
Que arrebata mis manos,
Que las convierte en garras,
Para arañar tu pecho,
Para mitigar mis ganas,
desatadas en avalancha
de
silencios y gemidos,
de este amor que pasa…
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