Fue en diciembre del 2016, a punto de terminarse mis vacaciones, yo tenía planes de reunirme con mi familia y volar hasta Cancún. Cuando de repente suena el teléfono y tomé la llamada, era mi Jefe solicitando mi presencia para cerrar un trato, en el despacho donde yo trabajaba; mis planes se esfumaron cual humo de un cigarro, me dirigí al despacho. Ya estaban esperándome, atendí al cliente y eso me llevo más de tres días, vaya que era un cliente difícil de convencer y por fin cerramos el trato.
Ya en mi casa de nuevo, sin ganas de nada, me acosté en mi sillón favorito y revisé mis mensajes de audio del teléfono, había varios de mis familiares. Yo tenía pendientes que realizar aún, además tenía que checar algunas reformas legales que ya me habían encargado en el despacho y que tenía que estudiar. Al otro día me despertaron los rayos de sol que entraron por mi ventana, el teléfono que no paraba de sonar era otra vez mi Jefe, pidiéndome un informe que había elaborado y que no encontraban por ninguna parte; miré el reloj eran las once de la mañana y me dirigí nuevamente al despacho a entregar ese famoso informe.
De retorno a mi casa, revisé la contestadora una vez más, encontré varios mensajes que se habían acumulado de familiares que me preguntaban si viajaría a ese lugar, donde ya estaban todos reunidos. De pronto algo me sacudió los pensamientos, algo me decía por dentro de mí. que debía escaparme a ese lugar y dejar mi rutina por un momento. Sólo tenía ese fin de semana para reunirme con mis parientes, tenía muchas ganas de saber que había sido de ellos. Sin más que pensar hice mi maleta, solo con dos mudas de ropa y salí de casa, en busca de ese lugar; me dirigí al aeropuerto de mi ciudad que era México compré un boleto de avión que me llevaría hasta la Ciudad de Cancún para después llegar a ese hermoso lugar que me describían mis familiares como un lugar de ensueño, cerca del Municipio de Tulum. Compré mi boleto de avión, tiempo después nos comentan que los vuelos están retrasados a causa del mal tiempo, que había que esperarnos cuatro horas. Bueno no me quedó otra cosa que esperarme y pensé que sería una buena idea aprovechar ese tiempo en un café internet que estaba dentro del aeropuerto, ya en la computadora me puse a investigar sobre ese lugar tan maravilloso que me decían mis familiares, entré a una página que decía, que era un pueblo llamado «Bacalar» que estaba a poca distancia de Tulum en el Estado de Quintana Roo; y que de ahí debía tomar un autobús que me llevaría a ese lugar paradisiaco, de ensueño y que estaba a unas horas de conocerlo.
Después de menos de tres horas regrese a la sala de espera y en menos de 20 minutos abordé mi avión, por fin conocería ese lugar, me encontraba en ese momento muy motivada, de reunirme con mis familiares tan añorados. Mi vuelo estaba algo turbulento, porque había llovido mucho en varios lugares del país, por fin llegue a mi destino que era Cancún playa bellísima de arena blanca y aguas de color azul turquesa.
Al llegar ahí no quería perder más tiempo, tomé un autobús que me llevaría y que me conduciría a la carretera federal de Chetumal -Cancún; ya que éste pueblo mágico que es Bacalar se encuentra a 343 km de Cancún. Por fín llegué a mi destino, la gente era muy amable, pedí más información donde estaba el muelle. de inmediato llegué y tomé la primera lancha que me llevaría a esa laguna famosa de siete colores. Nombre que le pusieron los lugareños de ese poblado, fue toda una experiencia que nunca imaginaria.
El mar es maravilloso y me hizo reflexionar lo valioso que es tener una familia y la suerte que tenía de poder estar con ellos en ese momento. El agua cristalina que daban ganas de tocarla y sobre todo de meterse a nadar en ella, para aminorar un poco el calor que se sentía. En unos minutos, me encontraría con mis familiares de muchos años, pregunté para confirmar si ese era el lugar, me confirmaron que sí. Lo contemplé era un paisaje formidable, arena, sol, mar, y lindas caracolas por toda la playa. Pero ni idea de donde estarían mis parientes, camine como turista perdido en un bello paraíso, cuando volteé, vi unas niñas jugando y felices de la vida, las miré de cerca ya que su risa era muy contagiosa, las reconocí eran mis sobrinas, salieron del agua y corrieron hacia a mí, me abrazaron fuertemente yo las besé y cargué a una de ellas yo estaba feliz de verlas.
Les pregunté dónde estaban sus papás, señalaron con sus manitas al fondo y camine rapidísimo hacia el lugar. Los vi de lejos a todos era mi familia, los identifiqué a cada uno, eran mis padres, mis hermanos y mis tíos que habían hecho un viaje muy largo desde Houston para reunirse. Cuando me vieron gritaron de emoción, que emotivo fue el reencuentro, a varios se nos salieron las lagrimas, se acercaron a mi formando un circulo de amor. Sí ahí estaban todos los abracé y bese a cada uno de ellos, que reconfortante fue estar con ellos otra vez; en ese lugar que era un hermoso paisaje familiar. Me invitaron de todo lo que habían cocinado para comer, me senté con ellos a contarles mis experiencias vividas antes de llegar ahí, nos metimos a nadar el mar a disfrutar del lugar, remamos en un kayak, fue un viaje inolvidable que nunca podré olvidar.
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